221pipas, la monografía

Los cigarros de Trichinopoly, un furor victoriano

Durante la época victoriana tardía (1870-1900) los puros manufacturados en la India encabezaban holgadamente el mercado británico por razones de disponibilidad y precio, si bien eran casi desconocidos fuera de los dominios imperiales. Un distrito en particular llevaba la delantera frente a todas las demás procedencias tabacaleras de esa colonia: la ciudad de Trichinopoly (Tiruchirappalli en su idioma original), al sur del país. Para los tiempos de la reina Victoria existían allí unas 4000 unidades de producción entre fábricas, talleres y emprendimientos caseros. El tabaco se cultivaba principalmente en las cercanas poblaciones de Dindigul y Kadur, con eventual agregado de algunas otras áreas. Hay incontables documentos que atestiguan la popularidad y extensión de consumo que tenía el producto en el período victoriano, como publicidades, estadísticas aduaneras, reportes consulares y catálogos de exposiciones. Ahora bien, ¿cómo eran esos cigarros de origen exótico en términos cualitativos? La respuesta no es simple: a pesar de tan notoria y bien documentada celebridad, hallar referencias históricas coincidentes sobre su perfil organoléptico resulta bastante difícil.

Algunas añosas reseñas definen a los trichys (apócope cariñoso de la época) como “toscos” y hasta “abominables” mientras otras hablan de ellos como “suaves” o “ligeros”. Una explicación para opiniones tan opuestas podría ser la gran atomización local de dicha industria, ya que cuatro mil productores no elaboraban -casi seguramente- con idéntica calidad. En los relatos canónicos, Sherlock Holmes menciona los cigarros de Trichinopoly sólo durante las dos primeras novelas Estudio en Escarlata y El signo de los Cuatro, pero debido a su gran profusión entre el público inglés de la época podemos suponer razonablemente que la mayor parte de todas las demás citas sobre puros de la saga aluden a ellos, aún sin nombrarlos de modo explícito. En El misterio del Valle de Boscombe el detective agrega un dato histórico adicional sobre la actividad: se refiere a los “cigarros de la India, de la variedad que se enrolla en Rotterdam”, lo cual evidencia que no todo el tabaco indio para cigarros se procesaba en origen, sino que también existían manufacturas en la Europa continental.

Atendiendo esa contundente carga de referencias pretéritas, hay enormes posibilidades de que los prototipos fumados por Holmes y Watson fuesen de aquel lejano país (la mayor colonia británica de entonces), y lo mismo sucede con el abundante consumo de los inspectores Jones, Gregson y Lestrade, de Scotland Yard, quienes visitaban Baker Street en forma cotidiana sin rechazar nunca los convites tabaquísticos del detective. Los personajes involucrados en el “humo indio” podrían seguir con ejemplos como el Dr. Roylott (La banda de lunares), Stapleton y Henry Baskerville (El sabueso de los Baskerville) o Charles Augustus Milverton (de la aventura homónima), entre otros. Y si acaso quisiéramos extender el área de búsqueda a las versiones del cine y la TV la cosa se volvería inabarcable por una simple razón: son demasiadas. No hay forma de individualizar a tanta gente fumando en miles de filmes y capítulos seriales.

Así y todo, los registros del pasado nos dan un claro mensaje: a fines del siglo XIX ningún otro cigarro puro era tan popular en territorio inglés como el Trichinopoly.

Notas:

(1) Luego de un siglo y poco más, ¿qué paso con aquella singular producción practicada por tantos emprendedores? Los datos son cataclísmicos: hoy queda una única fábrica que comercializa con la marca Black Tiger, sólo a pedido y por internet.

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