De acuerdo con la opinión de
varios historiadores especializados, la coctelería del mundo
occidental ha vivido tres "épocas doradas" bastante
definidas cronológicamente. La primera tuvo lugar durante los
orígenes mismos de la especialidad, a fines del siglo XIX y
principios del XX, cuando la alegre y decadente belle époque se
encontraba en su apogeo. Una segunda instancia se produjo entre fines
de la Segunda Guerra Mundial y comienzos del decenio de 1960 merced
al redescubrimiento conceptual de los placeres y el ocio. La tercera,
por supuesto, se verifica ahora mismo, mientras experimentamos un
auge de todas las expresiones globales relacionadas al mundo de las
bebidas. De aquel primitivo despertar decimonónico se conservan
algunos registros documentales (verdaderos tesoros para los
estudiosos) como manuales, menciones publicitarias y referencias en
cartas de bares o restaurantes. Y también, de tanto en tanto, es
posible encontrar citas muy puntuales que plasmaron los escritores
victorianos, tal cual sucedió con Arthur Conan Doyle en la historia
El aristócrata solterón.
El argumento gira en torno a la
misteriosa desaparición de la rica heredera Hatty Doran luego
de su señorial matrimonio con Lord Saint Simon. Sin entrar
en detalles, lo que nos interesa es cierto fragmento de factura de
hotel con un par de ítems relacionados a nuestro tema bloguero,
incluyendo descripción y precios: concretamente un cocktail
(1 chelín) y una copa de jerez (8 peniques). El documento está
incompleto (obviamente le falta el membrete), pero el precio abultado
de los artículos sugiere al gran detective que se trata de un
establecimiento selecto, lo cual lleva sus pesquisas a la exclusiva
Northumberland Avenue de Londres. Y no es para menos, ya que
en dicha arteria se erigían entonces algunos de los hoteles más
lujosos de la época como el Victoria, el Grand y el
Metropole, donde los clientes podían disfrutar de todo el
confort y los mejores artículos disponibles. Ahora bien, al no haber
mayores pormenores excepto la sola mención genérica de cocktail,
el interrogante que nos convoca está referido a los tipos
asequibles en una gran capital europea hacia 1880-1900. Para ello
ensayé una probable respuesta, degustación mediante.
En el Bartender's Manual de
Harry Johnson, publicado por primera vez en 1882, hay una
receta que me pareció perfecta para reflejar la idea victoriana de
lujo sin necesidad de recurrir a bebidas exóticas o ingredientes
complicados. De hecho, se trata de una versión tan genuina como
simple del Champagne Cobbler, trago que aún se practica en
las barras de todo el mundo según fórmulas muy diversas. La que
propone Johnson consta de 1/4 de vaso de agua, 1 y 1/2 copa de
champagne (elegí un espumante 100% Pinot Noir), 2 piezas pequeñas
de naranja por un lado, 1 rodaja de naranja ornamental por otro, una
cucharada de azúcar (no muy grande) y algunas bayas para decorar, en
este caso cerezas, pero pueden ser uvas, arándanos o las que dicte
el gusto personal. Todo se prepara y se vierte ordenadamente en un
vaso alto con hielo, según consta en las fotos adjuntas. La
conclusión remite a algo bien sabido por los investigadores
costumbristas: la gente de la belle époque sabía disfrutar
el momento. Este espécimen de la coctelería antigua resultó un
verdadero deleite por su carácter equilibrado, sabroso y refrescante
por donde se lo mire, o mejor dicho, se lo pruebe.
Los relatos canónicos de Sherlock
Holmes y sus consecuentes derivados del cine y la TV están
salpicados permanentemente con detalles que hablan de un tiempo muy
especial en la historia. Y los cocktails victorianos también
fueron parte de ella.