Como hemos mencionado
anteriormente, una de las peculiaridades del dúo estelar radica en
su constante movimiento por las calles de Londres, los suburbios de
la ciudad y ciertos pueblos de campiña próximos a la gran
metrópoli. En numerosas oportunidades podemos observar al detective
y el doctor pasando de una derrengada inactividad a súbitos
itinerarios cuya duración resulta difícil de pronosticar. A veces
son sólo minutos, otras varias horas y en ocasiones el día
completo, o varios. Nuestros héroes, juntos o individualmente, salen
y llegan, van y vienen, caminan largas cuadras, toman coches de
alquiler (carruajes) y efectúan trayectos ferroviarios de forma casi
permanente. Todo ello sin ningún patrón cronológico o climático
establecido: puede ocurrir a primera hora de la mañana, a mitad del
día o después de la cena; con calor o frío, en días lluviosos,
soleados, brumosos, nevados, calmos o ventosos. Nada para
sorprenderse, por cierto, ya que dicho ajetreo está relacionado
natural y directamente con el trabajo detectivesco, sus vigilancias,
sus seguimientos, su búsqueda de testigos y demás peripecias
propias de la actividad.
En ese orden de cosas, las referencias
sobre comidas al paso, colaciones frías, tentempiés y bocados de
toda índole son bastante abundantes a lo largo de las 60 historias
originales. Queda claro que nuestros héroes no siempre tenían el
tiempo necesario para sentarse a la mesa y disfrutar una comida
caliente. Watson soporta estoicamente dichas incomodidades ajenas a
su carácter sereno y previsor, pero Holmes va un paso más allá y
parece disfrutar esa falta de seguridad respecto a qué,
cuándo y dónde comerá cada vez que se encuentra
inmerso en la resolución de un caso. Seguramente por eso adora los
sandwiches, tal cual queda bien referenciado a lo largo de los textos
canónicos. Por ejemplo, podemos apreciar al protagonista llegando a
Baker Street y preparándose "un pedazo de carne entre dos
rebanadas de pan" (La corona de berilos) o entrando en
una posada pueblerina a tomar té sin dejar de adquirir un
papel de sandwiches (1) para el camino (El tratado naval).
Para confirmarlo por completo basta mencionar una cita reveladora de
Watson refiriéndose a Holmes, cuando asegura que "devora
sandwiches a todas horas" (La segunda mancha).
Intentando revivir esos sabores y
ponerme en la piel del mejor detective imaginario de todos los
tiempos me propuse una degustación evocadora de tres típicos
sandwiches británicos. Descartando en principio aquellos ejemplares
de miga de que se sirven con el té (llamados english tea
sandwiches) opté por algunos tipos de consumo casero, con un pan
acorde: el barm cake, bastante parecido a lo que en estas
latitudes sudamericanas denominamos figazza de manteca. (2) En
cuanto a los ingredientes, todas las referencias indican que son tres
los prototipos más consumidos históricamente, y así los preparé. El primero
de salmón ahumado y queso crema, el segundo de huevo duro, pepino y
manteca, y el tercero de pollo, tomate y mayonesa. La cosa parece
simple, pero debo decir que estaban realmente muy ricos, al punto de
llevarme a pensar que cada combinación es el fruto de largas décadas
de prueba y error. Cualquier intento de trastocar algún ingrediente
entre ellos hubiera resultado un fracaso, porque son perfectos así
como fueron pensados. Sin dudas, hubo un largo camino desde el siglo
XVIII, cuando el Conde de Sandwich ordenó a sus sirvientes
servir una colación sencilla para poder continuar jugando cartas con
sus invitados.
Y también para adornar las andanzas de
dos aventureros de las justicia. Como bien dijo alguna vez el
escritor Esketh Pearson (3) definiendo a Sherlock Holmes: como Don
Quijote, es un caballero errante que rescata a los desafortunados y
lucha con una sola mano contra los poderes de las tinieblas. Y como
él, tiene a su Sancho Panza en la persona del doctor Watson.
Notas:
(1) La expresión inglesa a paper
of sandwiches era típica del siglo XIX para indicar que los
mismos estaban envueltos en papel o dentro de una bolsa hecha con ese
material.
(2) El original barm cake se
elaboraba con levadura de cerveza y adición de lúpulo. Hoy en día
se hace mayormente con harinas, levaduras y métodos comerciales.
(3) Autor de la polémica biografía
Conan Doyle, su vida y su arte (1945).