El colegio Priory es un relato
corto publicado por el Strand Magazine en febrero de 1904 y compilado
más tarde en la colección El regreso de Sherlock Holmes. Lo hemos
mencionado aquí varias veces debido a la presencia de Reuben Hayes,
un siniestro mesonero que regentea la sórdida posada The Fighting
Cock mientras fuma su pipa de arcilla. Hacia allí se dirige el dúo
estelar durante ciertas investigaciones de campo en parajes situados
al norte de Inglaterra. Ahora bien, el texto original sólo indica
que pasan por el lugar, sospechan algo y deciden quedarse a cenar sin
perder la oportunidad de echar un vistazo. No hay mayores
aclaraciones sobre lo que comen o beben más allá de algunas
referencias relativas al horario (se había hecho casi de noche) y
otros pormenores que hacen a la trama central del caso. Pero la
excelente interpretación televisiva de Granada TV del año 1986 se
toma algunas libertades respecto al argumento primigenio. Un
verdadero alborozo para nuestro blog, ya que tales diferencias tienen
mucho que ver con los detalles gastronómicos que tanto nos interesan
en este espacio.
Según el prestigioso serial británico,
los protagonistas arriban a un pequeño caserío campestre y dan con
el comercio en cuestión, señalado en este caso bajo el apelativo
análogo de Champion Jack, que también alude a un gallo de pelea.
Previa consulta sobre la posibilidad de conseguir "algún
refrigerio" la escena nos muestra el interior del local con
ambos paladines sentados a la mesa. Luego de un intercambio de
palabras entre ellos y Hayes aparece la sufrida esposa (personaje
creado por la TV) con un plato que contiene, según sus propias
palabras en inglés, white pudding, swedes and nips. La comida es
sólo para Watson, ya que Holmes prefiere fumar un cigarrillo y beber
cerveza. Es entonces cuando el detective le pregunta a su compañero
cómo está la comida, a lo que éste responde textualmente: esto
está asqueroso, Holmes. Una duda surge de inmediato: ¿era ese
cocido tan poco apetitoso por la naturaleza de sus componentes,
porque estaba mal preparado o por un poco de ambas cosas? Para
responder el interrogante me dispuse a cocinarlo según la más
simple de las modalidades posibles.
El white pudding inglés no es otra
cosa que la butifarra o morcilla blanca española, un embutido de
cerdo sin la sangre característica de su similar negro. Los swedes y
nips son diferentes variantes del nabo redondo, propio y típico de
todo el continente europeo. Aquí en Argentina es posible conseguir
la butifarra, aunque no se producen los nabos redondos sino el
llamado nabo japonés, de forma similar a la zanahoria. A los citados
sumé un poco de rábanos, que también pertenecen a la familia de
las coles. La cocción fue un hervor de veinte minutos en caldo
simple con aderezo final de sal, pimienta, pizca de aceite y toque de
perejil. En otras palabras, nada muy elaborado. ¿Qué se puede
decir? La butifarra, de naturaleza suave, no tiene el picor ni la
gracia de otros embutidos mucho más sabrosos como chorizos o
longanizas. Los nabos tampoco se destacan por ser muy estimulantes,
aunque queda claro que resulta bastante sencillo mejorar el resultado
con apenas un poco de imaginación y creatividad: algo de salsa para
la butifarra o un gratinado con queso para los nabos, por ejemplo,
serían avances considerables.
El corolario es que se trata de una
preparación muy básica, incluso algo anodina, pero perfectamente comestible. Sin embargo, es mejor valorar los diálogos de la escena por su contexto de ubicación y época: una
posada pueblerina sombría, burda y mal atendida en los albores del siglo XX, cierta cocinera no muy dedicada e incluso -quizás- la
existencia de comidas preparadas hace días a la espera de algún
ocasional cliente. Teniendo en cuenta ese cuadro, desde aquí
adherimos al comentario vituperante del doctor Watson en su visita al Champion Jack.