Creo que tomaré un whisky con
soda y un cigarro después de este interrogatorio... Las textuales
palabras pertenecen al detective ficticio más exitoso de todos los
tiempos en el relato El aristócrata solterón, aunque no es la única
cita de su tipo que podemos hallar en las historias originales. Bien
al contrario, la vieja bebida espirituosa acredita una respetable
cantidad de alusiones directas e incontrovertibles (1). Podemos
observar referencias sobre su consumo en Estudio en Escarlata (2), El
signo de los cuatro, La liga de los pelirrojos, El aristócrata
solterón y El negro Peter. El dispendio whiskero no constituye un
dato menor debido a su reiteración y al hecho de que, excepto un
único caso, siempre ocurre dentro del domicilio central de la saga,
es decir en Baker Street 221B. Lo bebe Holmes y también Watson,
quienes a su vez no dejan de convidar a terceras personas, como el inspector
Tobías Gregson de Scotland Yard. En resumen: el whisky parece ser
algo tan común allí como el café, el té, el tabaco o los
desayunos rotundos de la señora Hudson.
Buena parte de las marcas y destilerías
escocesas mejor reconocidas en la actualidad nacieron en la centuria
decimonovena, como Glenlivet (1823), Cardhu (1824), Talisker (1831),
Glen Scotia (1832), Glenmorangie (1843) y Knockando (1898), por citar
algunos ejemplos dentro de un total mucho mayor. Hacia el filo del
1900, la tendencia se veía fortalecida gracias a una agresiva
campaña de publicidad encarada por las empresas más importantes
del sector. No es de extrañar que durante dicha etapa el whisky se
fuera consolidando como el licor favorito de los anglosajones en
detrimento del tradicional brandy. Esta es una de las tantas postales
de época que nos brinda la saga sherlockiana sobre el acontecer
social y económico de aquel tiempo, y por eso decidí encarar una
degustación figurativa al modo más común que se acostumbraba en
las décadas de 1880 y 1890, o sea, agregándole una cierta cantidad
de soda (o agua en su defecto), tal cual lo señalan casi todas las
ocasiones reseñadas. Descarté el hielo, ya que hablamos de un
período en el que aún no había sistemas domésticos de
refrigeración (los primeros datan de 1913).
Tampoco existían por entonces los
segmentos y jerarquías de calidad tan comunes a las marcas actuales.
Por lo general, cada empresa tenía un único ejemplar en el mercado.
En semejante contexto, ¿qué whisky para consumo corriente podía
procurarse un hombre de clase media como Sherlock Holmes? Quizás uno
simple, accesible, fácil de encontrar en las tiendas del ramo. Hoy,
dichos rasgos se aplican perfectamente a Johnny Walker Red Label, un
rótulo famoso, bastante antiguo y cualitativamente aceptable para
millones de personas. A causa de esa misma fama no hay mucho para
decir sobre él que no sea ya conocido, pero el meollo del asunto
está en el agregado de soda muy característico entre los
victorianos. ¿Cuál es el resultado de esta práctica? Un trago de
buen tenor alcohólico pero a la vez refrescante y abordable en
cualquier momento del día, apto para acompañar charlas, asuntos de
negocios o para relajarse luego de la jornada diaria. Pensada en esos
términos, el agua burbujeante disminuye la pesadez alcohólica y
otorga frescor sin afectar demasiado el sabor primario. Más aún
tratándose de un escocés modesto pero noble, como el afamado "etiqueta roja".
Holmes, el whisky y la soda. Otra
faceta costumbrista escondida en la saga del gran investigador.
Notas:
(1) Al igual que en la monografía de
221pipas, no contabilizo las menciones que transcurren fuera del
Reino Unido.
(2) En Estudio en Escarlata y El Valle
del Terror existen partes de la trama que acontecen en Estados Unidos
con numerosas citas del producto, todas ellas designadas
inequívocamente como whiskey y no como whisky. Ello lleva a pensar que Doyle conocía
las diferencias nominales y regionales entre los especímenes
americanos y el auténtico whisky escocés. Aún así, la primera
referencia de Estudio en Escarlata (ubicada en Baker Street) está
apuntada como whiskey y es la única que parece encontrarse "fuera
de lugar": todas las demás que transcurren en Inglaterra hablan
de whisky. Sin embargo, el nombre whiskey también se utiliza para
designar a los ejemplares elaborados en Irlanda, lo que vuelve un
poco más creíble su presencia en Londres a fines del siglo XIX.