221pipas, la monografía

Un tabaco para la caja truculenta (degustación)

La caja de cartón es un relato corto publicado por el Strand Magazine en enero de 1893. De acuerdo al orden respetado siempre para posteriores compilaciones en libro debería formar parte de las Memorias de Sherlock Holmes, pero nunca fue así. El motivo de semejante ausencia responde a un criterio moral: debido a su temática controvertida para las costumbres victorianas fue incluido recién en Su última reverencia, una colección lanzada en 1917, veinticuatro años después de aquella aparición primigenia. Este caso de sobresalto cronológico es único en el devenir literario holmesiano y constituye una verdadera curiosidad por sí mismo, pero desde luego que nos interesa más otro punto relacionado con los consumos tabaquísticos según el propio título de la historia. El contenido de esa caja misteriosa enviada por correo al domicilio de cierta mujer es bastante macabro (una oreja humana conservada en sal), aunque nuestra mirada se enfoca en lo que dicho envase portaba originalmente, de fábrica, según la inequívoca descripción del inspector Lestrade: media libra de tabaco honeydew.


En la industria tabacalera de nuestros días, el nombre honeydew (rocío de miel) alude a una variedad poco frecuentada por fabricantes y consumidores, casi siempre edulcorada y aromatizada con melaza, vainilla u otros componentes similares. Pero las cosas eran bien diferentes a finales del siglo XIX, cuando el producto en cuestión se contaba entre los tabacos para pipa más populares del Reino Unido. Un somero escrutinio numérico realizado sobre la completa lista del sitio tobaccocollectibles.co.uk da como resultado la existencia de cincuenta y ocho productos diferentes rotulados como honeydew en el mercado de aquel tiempo (1), elaborados por múltiples manufacturas. Las descripciones técnicas asequibles en documentos antiguos (2) dejan claro además que el honeydew decimonónico era una especie de cavendish de color más claro, bastante fuerte en sabor, a veces endulzado y otras no. O sea que a pesar del nombre tan evocador de azúcares y mieles, su perfil organoléptico transitaba por el lado de la potencia.


Considerando entonces que ninguno de los ejemplares así denominados actualmente responde bien a dicha silueta, decidí interpretar el asunto libremente para realizar una cata simbólica. ¿Qué tabaco moderno podría ser parecido a un cavendish, pero no muy dulce, de color más claro y cierta robustez en el sabor? Desde mi punto de vista, lo único cercano por disponibilidad y precio al momento de encarar el análisis fue el blend Holger Danske Original, compuesto mayormente por los tipos Virginia y Black Cavendish. Tal mixtura le otorga la señalada característica más clara, no por serlo íntegramente sino por tener una mayoría de hebras bastante pálidas (de Virginia) con otras pocas oscuras (de Cavendish). En el aroma y el paladar se condice bien con ese "término medio" que podría representar al honeydew de antaño, mostrando algún leve toque de dulzor dentro de valores muy equilibrados, naturales y plenos de sabor, pero sin ningún tipo de condimento exacerbado. Ello explica satisfactoriamente su antigua popularidad entre los fumadores británicos, consecuente con su amplia profusión por los comercios.


Si bien aquella caja apuntada por la pluma de Doyle acabó su vida útil con un propósito siniestro, sabemos que en sus orígenes contuvo un artículo presente en miles de pipas y humos de la vieja Inglaterra.

Notas:

(1) Tomando como base el período 1880-1920.
(2) Por ejemplo, The Tobacconist: A Practical Guide to the Retail Tobacco in all its Branches. W.R. Loftus (1881)

Las pipas de Downey Jr.

En entradas pasadas nos hemos referido al dueto de películas protagonizadas por Robert Downey Jr. estrenadas hace poco más de una década con gran suceso comercial: Sherlock Holmes (2009) y Sherlock Holmes, Juego de Sombras (2011). Ambas piezas constituyen un buen material para este blog, ya que resultan muy prolíficas en cuanto a los elementos gastronómicos y tabaquísticos que acostumbramos analizar. Hay en ellas menciones y escenas relativas a restaurantes, comidas, bebidas y tabacos, sin olvidar desde luego las pipas que toda pieza del género holmesiano debe incluir para ser considerada mínimamente genuina, al menos para quien suscribe. En el caso que nos ocupa podemos decir que la gracia no está tanto en la variedad, sino en lo singular y colorido de los modelos elegidos para adornar la figura del gran detective. De hecho, a mi entender, ninguna producción ha sido tan original al respecto. Varios filmes y series lograron presentar un repertorio pipero bastante amplio, pero veremos a continuación que en el caso de Downey Jr. hay un par de curiosidades para destacar por su carácter infrecuente.

Comenzaremos por los dos ejemplares que muestran el costado inaudito del que hablamos, plasmados en la secuela del año 2011. El primero se presenta en la parte inicial de la película, donde vemos al personaje central disfrazado de inmigrante chino. En cierto momento, durante el transcurso de una subasta pública, las circunstancias lo obligan a provocar intencionalmente un principio de incendio recurriendo a su pipa de bambú, cuya identidad queda bien revelada no obstante lo breve del pantallazo. La cosa adquiere mucho sentido considerando la citada simulación de identidad, dado que el bambú es originario del extremo oriente. Más tarde, en medio de balaceras a bordo de un tren (y con Holmes disfrazado de nuevo), podemos apreciar otra cachimba no menos desusada en las historias de nuestro héroe: una pipa india, llamada así por no por la antigua colonia británica de Asia sino por corresponder a un formato típico de los nativos americanos. Eventualmente se la conoce también como pipa cherokee, pipa lakota o pipa sioux, aunque existen diversas matrices con distintos tamaños y decoraciones (1). No hace falta remarcar que ningún relato canónico presenta nada por el estilo, ni tampoco otras obras del cine o la televisión. Lo que se dice toda una audacia creativa.


Por supuesto, nunca faltan los arquetipos clásicos consustanciados con el estilo europeo. Así sucede en muchas escenas del primer film que contienen la pipa recta de estilo tradicional, líneas sobrias y tamaño regular. No es difícil hallar su filiación marcaria y modelo exacto gracias a numerosos aficionados expertos que vuelcan sus conocimientos en la web: se trata de una reconocida Savinelli King Cross Featherweight. A diferencia de las inusuales rarezas reseñadas antes, esta pipa remite a algunos de los dibujos realizados por Sidney Paget para adornar los textos primigenios publicados a fines del siglo XIX. Finalmente, breves instantes antes del cuadro final en Juego de Sombras, Holmes hace uso de cierto espécimen muy elegante y estilizado: la pipa Butz Choquin L1116, que contiene algunos rasgos de las alargadas churchwarden dentro de un tamaño más reducido. Para quienes no están en el tema, tanto Savinelli como Butz Choquin se cuentan entre los rótulos de mayor calidad y prestigio a nivel internacional. Tratándose de una superproducción millonaria, al parecer, no escatimaron en gastos.


Otra faceta del detective analítico y sagaz por antonomasia en la pantalla grande. Las dos cintas han sido elogiadas por algunos y defenestradas por otros sin detrimento de una recaudación que las convirtió en éxitos resonantes. Desde aquí podemos asegurar que con las pipas, al menos, lograron cierto toque de distinción.

Notas:

(1) No es difícil obtenerlas en nuestros días, nuevas, a precios muy módicos. Se fabrican con diferentes maderas, múltiples ornamentos tallados y dimensiones casi siempre pequeñas.