En
los primeros párrafos del relato La cara amarilla,
Sherlock Holmes hace una demostración práctica de sus amplios
conocimientos sobre tabacos y modos de fumar. Ello sucede cuando el
cliente Grant Munro deja
olvidada su pipa en Baker Street y el detective realiza la siguiente
serie de observaciones encadenadas: a) es una antigua pipa de brezo
con tallo largo de ámbar; b) cuesta unos siete chelines; c) ha sido
reparada al menos dos veces con anillos de metal por valor superior a
su costo; d) su dueño tiene la costumbre de encenderla con una
lámpara y siempre por el mismo costado, que está chamuscado; e) en
ella se ha fumado un exclusivo tabaco Grosvenor
Mixture de ocho
peniques la onza. Semejante repertorio de sapiencias nos indica que
Holmes no sólo conoce bien la realidad pipera y tabacalera de la
época (con detalles específicos de manufacturas, marcas y precios)
sino que además es un experto en cuestión de cenizas, tal cual
sabemos desde las primeras historias canónicas gracias a la mención
de su monografía enfocada en 140 variedades diferentes, a las cuales
reconoce con sólo un golpe de vista.
En contraposición a otras referencias
de lugares o productos en las que Doyle parece divertirse apuntando
datos reales y ficticios por igual, las variedades y marcas de tabaco
señalados por el autor a lo largo de los textos originales son 100%
auténticas, toda vez que su existencia en el pasado puede ser
verificada fácilmente mediante la búsqueda de registros históricos.
Así sucede con la mezcla de tabaco para pipa Grosvenor,
elaborada por la prestigiosa casa Adkin & Sons,
establecida en Londres desde 1795. El sitio web
tobaccocollectibles.co.uk ha detectado (mediante búsqueda de
publicidades y menciones en medios gráficos) que la presencia de
dicho rótulo en el mercado británico se extendió desde 1890 hasta
1930 aproximadamente, aunque su fábrica tuvo un devenir bastante más
prolongado en el tiempo. La pregunta queda servida: ¿por qué Doyle
mencionó esa etiqueta particular y no cualquier otra entre las miles
asequibles en aquel tiempo? No tenemos repuestas para semejante
interrogante, ni tampoco han quedado datos concretos sobre las
características, el aroma o el sabor de Grosvenor Mixture,
más allá de su aparición en viejas listas de precios mayoristas
del gremio.
Pero al menos tenemos cierta certeza
sobre su valor -ocho peniques cada 28 gramos era un precio alto a
fines del siglo XIX- y por eso podemos suponer razonablemente que su
calidad estaba en la misma sintonía. Para ensayar una degustación
alegórica opté entonces por el ejemplar más caro en mi poder: el
buen (aunque no tan difundido) tabaco Chacom N° 1, elaborado
en Alemania por la casa Kohlhase & Kopp. Se trata de una
típica mixtura de los tipos virginia, oriental y black
cavendish junto con algún ligero toque de latakia. El
resultado es análogo a lo que exhiben innumerables marcas globales
ofreciendo un perfil estilizado, fino, con mucho equilibrio, leve
dejo dulce y sabores suaves sin estar desprovistos de matices. Hay
perfumes que pueden ser comparados con frutos secos, maderas ahumadas
y demás complejidades aromáticas. En otras palabras, algo
decididamente selecto, elegante y exclusivo, propio de una persona
con buen nivel económico, tal cual deduce Holmes sobre Grant Munro
al decir: como puede obtener un excelente tabaco por menos de la
mitad de ese precio, es evidente que no necesita practicar el ahorro.
Otro espécimen del consumo histórico
plasmado en los relatos del investigador más celebre y otra cata
destinada a entender (o al menos, tratar de hacerlo) cómo vivían
los habitantes de la Inglaterra victoriana.