¿Puedo
ofrecerle una copa de Chianti, señorita Morstan? ¿O de Tokay? No
guardo otros vinos. ¿Debo abrir una botella? ¿No? Pues bien, confío
en que no tenga ninguna objeción al humo y el olor balsámico del
tabaco oriental. Estoy un poco nervioso, y encuentro en mi narguile
un sedante invaluable... En tan
pocas líneas, con palabras proferidas por el propio personaje,
Arthur Conan Doyle describe perfectamente a Taddeus
Sholto, un "pequeño y
espasmódico hombrecito" que resulta crucial durante la trama de
El Signo de los Cuatro.
Considerando el lugar y la época de los hechos (Londres a fines del
siglo XIX), los gustos de Sholto bien pueden ser calificados como
extravagantes dentro
de una inclinación por todo lo foráneo, con acento especial en
aquellos objetos y costumbres provenientes de la India. Algunos
apuntes adicionales sobre la decoración interior de su residencia
incrementan esa atmósfera indostánica, como las cortinas y tapices
más ricos y brillantes,
la alfombra de color ámbar y negro, las pieles de tigre, la lámpara
con forma de paloma plateada, las pinturas sobrecargas y los jarrones
orientales.
Ahora
bien, ninguno de los suministros necesarios para dichos consumos era
difícil de conseguir en la Inglaterra decimonónica. Ya hemos
hablado en este blog sobre el vino húngaro Tokay,
un dulce y costoso elixir bastante frecuentado por las clases altas
europeas durante el período victoriano. Mucho más accesiblee aún
era el celebérrimo Chianti,
tan popular entre la abundante colectividad italiana existente
entonces en el Reino Unido. La modalidad de fumar en narguile,
por su parte, tenía fuerte sustento gracias a las colonias
británicas ubicadas en remotos países desde donde proviene el
hábito, sobre todo en las actuales India, Pakistán, Sri Lanka y
Bangladesh. El narguile -también conocido como pipa de
agua- es un artefacto diseñado
para fumar diferentes tabacos de modo parecido al vapor, con un alto
grado de humedad que permite además incorporar múltiples esencias
florales, frutales o especiadas. Según el texto, Sholto utiliza para
el caso agua de rosas.
Repasando la escena tenemos vinos húngaros e italianos, tabacos
orientales y un narguile con agua de rosas entre tapices, alfombras y
pieles de tigre. Más estrafalario, imposible.
El Signo de los Cuatro fue
publicada originalmente por Lippincot's Magazine en
febrero de 1890 y tuvo un éxito relativamente interesante que
allanaría el camino para las entregas posteriores del Strand.
Con el tiempo se convirtió en uno de los "caballitos de
batalla" del canon holmesiano junto a historias tales como El
sabueso de los Baskerville o
Escándalo en Bohemia,
por citar un par de ejemplos. No es de extrañar entonces que haya
sido adaptada reiteradamente para el cine y la televisión. El sitio
www.arthur-conan-doyle.com contabiliza once obras realizadas entre
1913 y 2013 en Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Francia,
Alemania y Rusia con protagonistas de todo tipo y celebridad, desde
los emblemáticos Peter Cushing
o Jeremy Brett hasta
actores mucho menos rutilantes. Ello incluye a quienes encarnaron al
estrambótico Taddeus Sholto, de los cuales rescatamos tres para la
foto que sigue: Paul Daneman, Richard Heffer y Ronald Lacey. Este
último, según creo, es el más logrado por su notable similitud
física frente a las descripciones canónicas.
En
nuestros días, las costumbres de Sholto serían definidas como
kitsch (pretenciosas,
vulgares y decadentes), en perfecta concordancia con el perfil que quiso imprimir el autor al personaje. Bien entendida, semejante
vigencia atemporal explica bastante bien por qué Sherlock Holmes
sigue siendo un superhéroe
de la cultura popular a 136 años de su primera aparición.
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