221pipas, la monografía

Chianti, Tokay y tabaco en narguile: los excéntricos gustos de Taddeus Sholto

¿Puedo ofrecerle una copa de Chianti, señorita Morstan? ¿O de Tokay? No guardo otros vinos. ¿Debo abrir una botella? ¿No? Pues bien, confío en que no tenga ninguna objeción al humo y el olor balsámico del tabaco oriental. Estoy un poco nervioso, y encuentro en mi narguile un sedante invaluable... En tan pocas líneas, con palabras proferidas por el propio personaje, Arthur Conan Doyle describe perfectamente a Taddeus Sholto, un "pequeño y espasmódico hombrecito" que resulta crucial durante la trama de El Signo de los Cuatro. Considerando el lugar y la época de los hechos (Londres a fines del siglo XIX), los gustos de Sholto bien pueden ser calificados como extravagantes dentro de una inclinación por todo lo foráneo, con acento especial en aquellos objetos y costumbres provenientes de la India. Algunos apuntes adicionales sobre la decoración interior de su residencia incrementan esa atmósfera indostánica, como las cortinas y tapices más ricos y brillantes, la alfombra de color ámbar y negro, las pieles de tigre, la lámpara con forma de paloma plateada, las pinturas sobrecargas y los jarrones orientales.


Ahora bien, ninguno de los suministros necesarios para dichos consumos era difícil de conseguir en la Inglaterra decimonónica. Ya hemos hablado en este blog sobre el vino húngaro Tokay, un dulce y costoso elixir bastante frecuentado por las clases altas europeas durante el período victoriano. Mucho más accesiblee aún era el celebérrimo Chianti, tan popular entre la abundante colectividad italiana existente entonces en el Reino Unido. La modalidad de fumar en narguile, por su parte, tenía fuerte sustento gracias a las colonias británicas ubicadas en remotos países desde donde proviene el hábito, sobre todo en las actuales India, Pakistán, Sri Lanka y Bangladesh. El narguile -también conocido como pipa de agua- es un artefacto diseñado para fumar diferentes tabacos de modo parecido al vapor, con un alto grado de humedad que permite además incorporar múltiples esencias florales, frutales o especiadas. Según el texto, Sholto utiliza para el caso agua de rosas. Repasando la escena tenemos vinos húngaros e italianos, tabacos orientales y un narguile con agua de rosas entre tapices, alfombras y pieles de tigre. Más estrafalario, imposible.


El Signo de los Cuatro fue publicada originalmente por Lippincot's Magazine en febrero de 1890 y tuvo un éxito relativamente interesante que allanaría el camino para las entregas posteriores del Strand. Con el tiempo se convirtió en uno de los "caballitos de batalla" del canon holmesiano junto a historias tales como El sabueso de los Baskerville o Escándalo en Bohemia, por citar un par de ejemplos. No es de extrañar entonces que haya sido adaptada reiteradamente para el cine y la televisión. El sitio www.arthur-conan-doyle.com contabiliza once obras realizadas entre 1913 y 2013 en Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania y Rusia con protagonistas de todo tipo y celebridad, desde los emblemáticos Peter Cushing o Jeremy Brett hasta actores mucho menos rutilantes. Ello incluye a quienes encarnaron al estrambótico Taddeus Sholto, de los cuales rescatamos tres para la foto que sigue: Paul Daneman, Richard Heffer y Ronald Lacey. Este último, según creo, es el más logrado por su notable similitud física frente a las descripciones canónicas.


En nuestros días, las costumbres de Sholto serían definidas como kitsch (pretenciosas, vulgares y decadentes), en perfecta concordancia con el perfil que quiso imprimir el autor al personaje. Bien entendida, semejante vigencia atemporal explica bastante bien por qué Sherlock Holmes sigue siendo un superhéroe de la cultura popular a 136 años de su primera aparición. 

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