Aunque
se utilizan múltiples materiales para fabricar pipas, sólo dos han
logrado establecerse de manera casi monopólica en diferentes
momentos de la historia: la arcilla y la madera. Las pipas de arcilla
comenzaron a fabricarse en Europa a partir del siglo XVI y
rápidamente se difundieron por su bajo costo y su aptitud para la
manufactura en serie, ya que se hacen a partir de moldes. Para el
siglo XVIII, ciertos ejemplares de boquilla alargada constituían las
típicas pipas de
taberna,
mientras que otros modelos más pequeños eran preferidos en la
intimidad de los hogares. El amplio predominio de la arcilla -en
especial una variedad blanca llamada caolinita-
perduró sin modificaciones hasta mediados del XIX. Pero en la
últimas décadas de esa centuria el material cerámico empezó
lentamente a ser visto como un anacronismo propio de los sectores
marginales en la sociedad urbana: pobres, ancianos, vagabundos y
malvivientes. Las pipas de madera (especialmente de raíz de brezo),
mucho más recientes en términos históricos, constituían la moda
del momento, el “aspiracional” de los fumadores.
El
canon holmesiano compuesto por las 60 historias originales de Conan
Doyle cuenta con numerosas referencias sobre este antiguo producto,
y es el propio detective quien encabeza las menciones. (1) Analizando
los relatos hay citas explícitas en La
liga de los pelirrojos, Un caso de identidad, Copper Beeches, El
sabueso de los Baskerville
y La aventura de
Charles Augustus Milverton,
considerando sólo a Holmes, ya que en El
colegio Priory
encontramos además un tabernero de aldea haciendo uso de su pipa
cerámica. Y esto sin contar a los ilustradores del Strand
Magazine,
quienes muchas veces daban rienda suelta a su creatividad sumando
elementos que no estaban referidos en los textos. En esos casos,
¿cómo saber a través de simples dibujos que una pipa es de arcilla
y no de madera? No siempre es posible, pero a veces existen detalles
que lo delatan.


Uno
de ellos es el pequeño “apéndice” que poseen muchos modelos
debajo del cuenco (perfectamente observable en algunos ejemplares de
las fotos subidas), lo cual no existe en los prototipos de madera. El
propósito de esta protuberancia -llamada tacón
en la jerga de la época- no está absolutamente claro, aunque
posiblemente tuviera una finalidad práctica durante el secado de las
piezas sobre mesas de madera, donde (se cree) había agujeros que se
amoldaban ayudando a mantenerlas erguidas. El otro indicio delator es
el modo de sujeción según los estándares costumbristas
victorianos. Mientras que las pipas de madera se sostienen por el
cuenco entre el pulgar y el índice, las de arcilla (cuyo cuenco se
calienta mucho durante la fumada) solían agarrarse por el caño de
un modo ciertamente peculiar: con la palma del pulgar por debajo, la
palma del índice por arriba y el dorso de los dedos restantes por
debajo. La ilustración al costado de este párrafo es bien
esclarecedora y pertenece al relato El
escribiente del corredor de bolsa.

En
el cine y la TV, el dúo tabaquístico detective-arcilla ha sido
explotado solamente por aquellas versiones extremadamente fieles y
respetuosas de los relatos primigenios, tal como lo hizo la TV de
Gran Bretaña con Jeremy Brett. Para finalizar la entrada dos
estampas de ese notable trabajo del siglo XX junto a sus respectivas
ilustraciones del XIX, una de Escándalo
en Bohemia (donde
Holmes se disfraza de vagabundo) y otra de La
liga de los pelirrojos.
Suficientes para demostrar absoluta minuciosidad.
Notas:
(1)
Si para fines del XIX las pipas de arcilla eran cosa de marginales,
¿por qué las usaba Sherlock Holmes? La respuesta no presenta dudas
para quien conoce la personalidad que le asignó Arthur Conan Doyle:
pura excentricidad.
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