221pipas, la monografía

Pipas de arcilla en la saga holmesiana

Aunque se utilizan múltiples materiales para fabricar pipas, sólo dos han logrado establecerse de manera casi monopólica en diferentes momentos de la historia: la arcilla y la madera. Las pipas de arcilla comenzaron a fabricarse en Europa a partir del siglo XVI y rápidamente se difundieron por su bajo costo y su aptitud para la manufactura en serie, ya que se hacen a partir de moldes. Para el siglo XVIII, ciertos ejemplares de boquilla alargada constituían las típicas
pipas de taberna, mientras que otros modelos más pequeños eran preferidos en la intimidad de los hogares. El amplio predominio de la arcilla -en especial una variedad blanca llamada caolinita- perduró sin modificaciones hasta mediados del XIX. Pero en la últimas décadas de esa centuria el material cerámico empezó lentamente a ser visto como un anacronismo propio de los sectores marginales en la sociedad urbana: pobres, ancianos, vagabundos y malvivientes. Las pipas de madera (especialmente de raíz de brezo), mucho más recientes en términos históricos, constituían la moda del momento, el “aspiracional” de los fumadores.

El canon holmesiano compuesto por las 60 historias originales de Conan Doyle cuenta con numerosas referencias sobre este antiguo producto, y es el propio detective quien encabeza las menciones. (1) Analizando los relatos hay citas explícitas en La liga de los pelirrojos, Un caso de identidad, Copper Beeches, El sabueso de los Baskerville y La aventura de Charles Augustus Milverton, considerando sólo a Holmes, ya que en El colegio Priory encontramos además un tabernero de aldea haciendo uso de su pipa cerámica. Y esto sin contar a los ilustradores del Strand Magazine, quienes muchas veces daban rienda suelta a su creatividad sumando elementos que no estaban referidos en los textos. En esos casos, ¿cómo saber a través de simples dibujos que una pipa es de arcilla y no de madera? No siempre es posible, pero a veces existen detalles que lo delatan.


Uno de ellos es el pequeño “apéndice” que poseen muchos modelos debajo del cuenco (perfectamente observable en algunos ejemplares de las fotos subidas), lo cual no existe en los prototipos de madera. El propósito de esta protuberancia -llamada tacón en la jerga de la época- no está absolutamente claro, aunque posiblemente tuviera una finalidad práctica durante el secado de las piezas sobre mesas de madera, donde (se cree) había agujeros que se amoldaban ayudando a mantenerlas erguidas. El otro indicio delator es el modo de sujeción según los estándares costumbristas victorianos. Mientras que las pipas de madera se sostienen por el cuenco entre el pulgar y el índice, las de arcilla (cuyo cuenco se calienta mucho durante la fumada) solían agarrarse por el caño de un modo ciertamente peculiar: con la palma del pulgar por debajo, la palma del índice por arriba y el dorso de los dedos restantes por debajo. La ilustración al costado de este párrafo es bien esclarecedora y pertenece al relato El escribiente del corredor de bolsa.

En el cine y la TV, el dúo tabaquístico detective-arcilla ha sido explotado solamente por aquellas versiones extremadamente fieles y respetuosas de los relatos primigenios, tal como lo hizo la TV de Gran Bretaña con Jeremy Brett. Para finalizar la entrada dos estampas de ese notable trabajo del siglo XX junto a sus respectivas ilustraciones del XIX, una de Escándalo en Bohemia (donde Holmes se disfraza de vagabundo) y otra de La liga de los pelirrojos. Suficientes para demostrar absoluta minuciosidad.


Notas:

(1) Si para fines del XIX las pipas de arcilla eran cosa de marginales, ¿por qué las usaba Sherlock Holmes? La respuesta no presenta dudas para quien conoce la personalidad que le asignó Arthur Conan Doyle: pura excentricidad.


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