A pesar de ser un fumador
inveterado de pipa, puros y cigarrillos, la imágen icónica de
Sherlock Holmes se asocia con el primero de estos consumos. Tal
presunción es correcta según lo confirman las propias historias de
Doyle, ya que entre las menciones explícitas sobre el tópico
humeante la pipa lleva una cómoda delantera con cuarenta y dos
referencias, frente a ocho de cigarros puros y ocho de cigarrillos.
La pregunta queda entonces servida: ¿qué tabaco fumaba? Por suerte
para los fanáticos nunca fue difícil obtener su correspondiente
respuesta, plasmada una y otra vez en los textos originarios. Más
que favorito, el único tipo que consume (salvo alguna ocasional
invitación en contrario) es el denominado shag (1). A principios del siglo XIX, este antiguo espécimen tabacalero era conocido así por el aspecto visual derivado de su corte en tiras muy finas
que asemejan una lana de pelo corto y enmarañado, lo cual lo hacía
apto para fumar indistintamente en pipa o como relleno de
cigarrillos. Pero durante las décadas siguientes dicho significado
fue rebajando de categoría hasta concluir haciendo alusión a los
productos más baratos y toscos. Para los tiempos en que fueron
escritas las primeras obras del canon, el tabaco shag era sinónimo
de "burdo y económico" sin importar el grosor de las hebras
o su característica visual (2).
Iniciamos
aquí una serie de tres entradas degustando sendas versiones
experimentales de lo que pudo haber sido el shag en Inglaterra a
finales del período victoriano. El primer caso está basado
exclusivamente en ese perfil relativo al precio mínimo y la calidad
elemental. Haciendo honor a ello adquirí un par de paquetes del
tabaco para pipa más barato de Argentina según su relación
peso/costo, que alcanza irrisorios 0,75 centavos de dólar por cada
envase de 100 gramos. El rótulo en cuestión no es otro que Avanti,
legendaria marca productora de afamadas imitaciones del toscano
italiano. De acuerdo con el fabricante se elabora mayormente con
despuntes de puros (sobras procedentes de cortes y roturas), rasgo
verificado de inmediato al encontrar numerosos "pedazos" de
cigarros entre las hebras. Nada sorprendente, puesto que un precio
tan bajo amerita semejante falta de fineza y el mismo establecimiento confecciona puros modestos con materias primas de
Argentina, Paraguay, Brasil y Centroamérica. La
picadura obtenida es muy irregular en tamaño y bien seca al tacto, algo bueno
en términos de semejanza histórica, toda vez que Holmes tenía por
costumbre guardar su tabaco en una zapatilla persa cerca de la
chimenea. O sea que podemos descartar cualquier mínimo grado de
higrometría remanente al momento de consumirlo.
Lo
visto hasta ahora parece acercarnos al
shag decimonónico predilecto del detective. Podemos definir las
siguientes similitudes: a) es el más barato, b) es extremadamente
cerril y ordinario, c) carece por completo de humedad, d) no está
aromatizado con nada, e) proviene de un mestizaje impreciso entre
diversas calidades y procedencias. Vamos así por buen camino, pero
nos falta aún confirmar si resulta tan áspero al paladar y mordaz
en el aroma como señala el doctor Watson, quien "sufría"
en primera persona las frecuentes maratones tabaquísticas de su
compañero. Al encenderlo y fumarlo los sentidos vuelven a refrendar
mis sospechas: su alto contenido nicotínico está en sintonía con
un carácter rústico, agreste, herbáceo, llano y contundente,
bastante lógico al pensar que se trata de cigarros baratos
desmenuzados, ni más ni menos. Resta decir que la ceremonia duró
poco: su extrema sequedad produce una combustión muy rápida, casi
en la mitad del tiempo (o menos) que los tabacos para pipa
convencionales. ¿Otra semejanza con el estilo shag sherlockiano? La
hipótesis suena factible y bien sustentada por la voracidad fumatoria
típica del insigne arrendatario de Baker Street 221b.
Pero de ningún modo la cosa termina aquí. Esta cata nos brindó una aproximación inicial desde la perspectiva del precio módico con calidad básica, aunque es necesario reconocer que difícilmente el shag del siglo XIX haya estado compuesto por despuntes cigarreros. En la próxima entrada continuaremos nuestra búsqueda con un nuevo tabaco y otras semejanzas.
Notas:
(1)
Siempre tomando como genuinas las ediciones inglesas. Traducida al
español, la palabra shag tiene varias acepciones que pueden generar
confusión. Por ese motivo los editores castellanos la han modificado
por tabaco "negro", "fuerte" o simplemente
"picadura".
(2)
Para más detalles históricos ver la monografía de 221pipas
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