Basil Rathbone y Nigel
Bruce fueron dos actores británicos encargados de representar a
Sherlock Holmes y John Watson durante una serie de catorce películas
para cine, e hicieron lo propio en las audiciones tituladas The
new Adventures of Sherlock Holmes para la radio estadounidense
NBC Network. No obstante numerosas iniciativas
preexistentes desde los años veinte, dicha saga (extendida desde
1939 hasta 1946) se considera el primer éxito internacional
holmesiano verdaderamente masivo, cuyo suceso perduró por varias
décadas mediante la emisión de los filmes en TV. Frente a un mundo
de posguerra que se inclinaba de modo lento pero inexorable hacia los
medios visuales en detrimento de la palabra escrita, las películas
de Rathbone y Bruce tuvieron un carácter sherlockiano iniciático para varias generaciones. Como ocurre con muchas joyas
cinematográficas y radiales, en las décadas
siguientes las cintas sufrieron todos los vaivenes y descuidos que
llevan al deterioro, pero finalmente lograron ser restauradas gracias a
la Warner Bros y el aporte de un fan multimillonario. (1)
(2)
Rathbone
respondía muy bien a las descripciones físicas apuntadas por Conan
Doyle en el canon escrito, del mismo modo que ocurrió posteriormente
con otras figuras como Jeremy Brett o Peter Cushing. Bruce, en
cambio, resultaba bastante pasado en años y kilos, aunque su papel
invariablemente distraído, torpe y bonachón (muy alejado del Watson
original) supo ganar el cariño de millones de seguidores. Los
argumentos también diferían de la ortodoxia canónica, que fue mayormente respetada en las primeras entregas El sabueso de los
Baskerville y Las aventuras de Sherlock Holmes. A partir
de entonces, tras profundos cambios en la realización -con menos
presupuesto, entre otras cosas- las tramas se alejaron por completo
del período victoriano para situarse en la década de 1940. Podemos
ver así a Holmes desbaratando planes nazis durante la Segunda Guerra
Mundial o conduciendo modernos automóviles, si bien el espíritu
esencial del personaje basado en la observación, el análisis y la
deducción no se alteró jamás. Seguramente por eso, a pesar de sus evidentes discrepancias cronológicas, la saga goza hoy
de un sólido respeto entre los aficionados.
Como
en toda representación de nuestro héroe que se precie, las pipas abundan
a lo largo de los catorce filmes. Un dato interesante es que ambos
protagonistas eran fumadores regulares en la vida real; Rathbone lo
hacía en pipa sólo ocasionalmente y Bruce todo el tiempo, al punto
de existir numerosas fotografías de este último disfrutando su
cachimba en circunstancias personales. Dentro del set los
diferenciaba cierta particularidad bien notoria: Holmes hacia uso
excluyente de pipas curvas con formato inequívoco (tanto que
ese modelo se conoce hoy como pipa Sherlock Holmes
Rathbone) mientras Watson era usuario de pipas rectas con leves
variaciones de formato. Esto también demuestra que los detalles
victorianos no interesaban aquí, ya que en ningún momento se
observan especímenes de arcilla o la portentosa cherrywood tan
reproducida por otras realizaciones. Como contrapartida, quizás
ninguna serie de televisión o saga cinematográfica haya hecho
semejante hincapié en la cuestión que nos ocupa, dado que las pipas
aparecen profusamente no sólo en la pantalla sino también en cada una de las
fotos, afiches y tomas publicitarias efectuadas durante sus tiempos
de éxito.
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¿Podemos decir entonces que las actuaciones de Rathbone y Bruce poseen sello distintivo e identidad propia? Sin dudas que sí, lo que les ha valido legiones de fanáticos y detractores por igual, pero ni unos ni otros osan omitir la importancia que tuvieron en su época. Y verlas hoy constituye un interesante ejercicio que nos enseña momentos fundamentales del acontecer holmesiano en la cultura popular del siglo XX.
Notas:
(1) Quien no fue otro que Hugh Hefner, el célebre magnate de Playboy.
(2)
Todas las películas y programas de radio son accesibles en youtube
y diversas plataformas virtuales.
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