221pipas, la monografía

Fumando una pipa de maíz en la frontera franco-alemana (degustación)

Al mismo tiempo que Europa adoptaba las pipas hechas con maderas nobles, al otro lado del Atlántico se iba arraigando un producto más sencillo y humilde: la pipa de maíz. Desde comienzos del siglo XIX, agricultores y colonos norteamericanos comenzaron a fabricar este símbolo perdurable del ingenio y la tradición. El material utilizado (mazorcas secas) era económico, abundante y fácil de trabajar, lo que lo hacía perfecto para ejemplares caseros. Dichas creaciones rústicas funcionaban bien y se popularizaron rápidamente, sobre todo en zonas rurales donde era difícil encontrar artículos de lujo. A mediados de la centuria comenzaron a producirse en mayor escala mediante un método para hacer la mazorca ignífuga, volviéndola más duradera pero conservando su ligereza y accesibilidad. Esta innovación consolidó su status como alternativa práctica frente a materiales costosos como el brezo o la espuma de mar, sumado a que no requería cierto período de "curado"y ofrecía un sabor neutro. En otras palabras: cumplía todos los requisitos de las mejores cachimbas a un costo verdaderamente bajo.


Hace tiempo analizamos algunas "audacias creativas" entre los modelos utilizados por Robert Downey Jr, como una pipa de bambú y otra del tipo cherokee. Pero la cosa no termina allí, ya que en el film Sherlock Holmes, Juego de sombras (2012) también se lo puede ver con una genuina corn pipe entre sus labios. El pantallazo (que sólo dura unos segundos) se produce mientras el detective y su séquito viajan hacia la frontera franco-alemana para acceder a la fábrica de armas de Alfred Meinhard. Ahora bien, desde una perspectiva histórica cabe preguntarse cuantas chances había de hallar a un inglés fumando una pipa campesina rústica estadounidense en medio de la Europa continental hacia fines del período victoriano. Muy pocas, por cierto, aunque es justo advertir que el prestigio profesional de Holmes le proporcionaba una clientela bien cosmopolita, incluyendo nativos de USA y otros viajeros frecuentes que cruzaban el Atlántico. En ese contexto, la presencia de una pipa de maíz no resulta del todo inverosímil frente a un eventual obsequio, tal vez de algún cliente agradecido.


Frente a semejantes elucubraciones me dispuse a realizar una degustación con el único prototipo de esa clase que poseo. La pieza fue adquirida hace dos años a un precio realmente barato, pero los resultados obtenidos hasta hoy la sitúan entre mis mayores aciertos en la materia, ya que conjuga un sorprendente número de bondades a cambio de muy poco dinero: es práctica, liviana, noble, duradera y fuma muy bien. No por nada se extendió tan rápido en sus tiempos fundacionales y no parece casualidad su inclusión en una escena que recrea los extenuantes viajes a caballo del pasado, cuando era imprescindible portar sólo las pertenencias mínimas en tamaño y peso. Es fácil entender entonces que un inveterado fumador como Sherlock Holmes la llevara consigo, así como imaginar al personaje disfrutando una pequeña dosis de tabaco shag en cada descanso. Por lo tanto, aunque no es un utensilio sustentado por la ortodoxia canónica, la circunstancia específica de su aparición en esta "versión libre" del género holmesiano posee algo de lógica.


En las historias originales de Conan Doyle hay personajes europeos, americanos, asiáticos, africanos y oceánicos, tal cual era el carácter heterogéneo y abigarrado de la población londinense. La pipa de maíz de Sherlock Holmes... ¿por qué no?

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