Al mismo tiempo que Europa
adoptaba las pipas hechas con maderas nobles, al otro lado del
Atlántico se iba arraigando un producto más sencillo y humilde: la
pipa de maíz. Desde comienzos del siglo XIX, agricultores y colonos
norteamericanos comenzaron a fabricar este símbolo perdurable del
ingenio y la tradición. El material utilizado (mazorcas secas) era
económico, abundante y fácil de trabajar, lo que lo hacía perfecto
para ejemplares caseros. Dichas creaciones rústicas funcionaban bien
y se popularizaron rápidamente, sobre todo en zonas rurales donde
era difícil encontrar artículos de lujo. A mediados de la centuria
comenzaron a producirse en mayor escala mediante un método para
hacer la mazorca ignífuga, volviéndola más duradera pero
conservando su ligereza y accesibilidad. Esta innovación consolidó
su status como alternativa práctica frente a materiales costosos
como el brezo o la espuma de mar, sumado a que no requería cierto
período de "curado"y ofrecía un sabor neutro. En otras
palabras: cumplía todos los requisitos de las mejores cachimbas a un
costo verdaderamente bajo.
Hace tiempo analizamos algunas
"audacias creativas" entre los modelos utilizados por
Robert Downey Jr, como una pipa de bambú y otra del tipo cherokee.
Pero la cosa no termina allí, ya que en el film Sherlock Holmes, Juego de sombras (2012) también se lo puede ver con una genuina corn
pipe entre sus labios. El pantallazo (que sólo dura unos segundos)
se produce mientras el detective y su séquito viajan hacia la
frontera franco-alemana para acceder a la fábrica de armas de Alfred
Meinhard. Ahora bien, desde una perspectiva histórica cabe
preguntarse cuantas chances había de hallar a un inglés fumando una
pipa campesina rústica estadounidense en medio de la Europa
continental hacia fines del período victoriano. Muy pocas, por cierto,
aunque es justo advertir que el prestigio profesional de Holmes le
proporcionaba una clientela bien cosmopolita, incluyendo nativos de
USA y otros viajeros frecuentes que cruzaban el Atlántico. En ese
contexto, la presencia de una pipa de maíz no resulta del todo
inverosímil frente a un eventual obsequio, tal vez de algún cliente agradecido.
Frente a semejantes elucubraciones me dispuse
a realizar una degustación con el único prototipo de esa
clase que poseo. La pieza fue adquirida hace dos años a un precio realmente barato, pero los resultados obtenidos hasta hoy la sitúan entre mis mayores aciertos en la materia, ya que
conjuga un sorprendente número de bondades a cambio de muy poco
dinero: es práctica, liviana, noble, duradera y fuma muy bien. No
por nada se extendió tan rápido en sus tiempos fundacionales y no
parece casualidad su inclusión en una escena que recrea los
extenuantes viajes a caballo del pasado, cuando era imprescindible
portar sólo las pertenencias mínimas en tamaño y peso. Es fácil
entender entonces que un inveterado fumador como Sherlock Holmes la
llevara consigo, así como imaginar al personaje disfrutando una
pequeña dosis de tabaco shag en cada descanso. Por lo tanto, aunque
no es un utensilio sustentado por la ortodoxia canónica, la
circunstancia específica de su aparición en esta "versión
libre" del género holmesiano posee algo de lógica.
En las historias originales de Conan
Doyle hay personajes europeos, americanos, asiáticos, africanos y
oceánicos, tal cual era el carácter heterogéneo y abigarrado de la
población londinense. La pipa de maíz de Sherlock Holmes... ¿por
qué no?
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