221pipas, la monografía

Ploughman's Lunch, un refrigerio perfecto para el detective andariego.

Desde las primeras historias del canon queda claro que Sherlock Holmes trabaja en Baker Street la mayor parte del tiempo, donde recibe a sus clientes, analiza los casos y prepara líneas de acción. Pero también (como hemos señalado muchas veces) se pone de manifiesto el carácter dinámico del oficio detectivesco que obliga a realizar viajes constantes dentro de Londres, en sus afueras y hacia distintos poblados de Inglaterra. Casi por lógica, en ese contexto tan poco favorable para las rutinas y los horarios fijos es frecuente la alimentación mediante bocados, sandwiches y comidas apresuradas. Desde el "pedazo de carne entre dos rebanadas de pan" de La corona de berilos hasta el té con algún bocado en las estaciones del ferrocarril o las cenas frías, los relatos de Conan Doyle ofrecen un amplio repertorio de situaciones gastronómicas propias de una vida ajetreada y movida, tanto como podía serlo la de un investigador privado habitando en el enclave político y económico más importante del mundo a fines del siglo XIX. 


La cultura británica tiene entre sus arquetipos cierta preparación casi perfecta para semejantes ocasiones: el ploughman's lunch (almuerzo del labrador), cuyo nombre tiene más de marketing que de realidad, puesto que se practica asiduamente en ámbitos urbanos y a toda hora del día. Es, por asi decirlo, el refrigerio para cualquier momento, cuya composición resulta muy elástica por cantidad y naturaleza. Puede contener pan (o Yorkshire pudding en su reemplazo), quesos (Cheddar, Stilton), fiambres, encurtidos (pepinos, aceitunas), carnes frías (pollo, cerdo, roast beef), huevos duros, hortalizas (tomates, lechuga, zanahoria), frutas (uvas, manzana) y condimentos como manteca, mostaza o chutney, entre otros ingredientes pensados para satisfacer el apetito de manera rápida y sin mayores formalidades de mesa. Vale aclarar que con sólo algo de queso, pan y pepinos ya se habla de un genuino ploughman's lunch, así que las posibilidades son tan diversas como los ingredientes involucrados. Esa misma simpleza exige poco en cuanto a bebidas acompañantes, pero la tradición se inclina por la cerveza o la sidra, ambas de histórica elaboración en el el Reino Unido.


Considerando la ausencia de menciones explícitas o detalladas en los textos canónicos podemos suponer con bastante certeza que las comidas rápidas y cenas frías de Holmes y Watson (El hombre con el labio retorcido, La aventura de Charles Augustus Milverton, El tres cuartos desaparecido) tenían mucho de ploughman's lunch. De hecho, los realizadores televisivos posteriores se ocuparon de interpretar el asunto en el mismo sentido que estamos analizando. La imagen debajo presenta un par de pantallazos bien ilustrativos de la historia El hombre con el labio retorcido: primero la BBC en 1965 y luego Granada TV en 1986 exhiben algunos elementos típicos del ploughman's lunch, como pollo, queso, Yorkshire pudding y bandejas con frutas. Más allá de lo gastronómico, la necesidad del refrigerio veloz tiene una sólida explicación por el arribo de los héroes a la propiedad de la familia St Clair en avanzadas horas nocturnas, mientras intentan desentrañar el intrincado y enigmático caso que los trajo desde Londres.


Ya hemos visto como Holmes y Watson podían procurase el alimento en las situaciones más extremas y también disfrutar de comidas sencillas en plena labor profesional. Un costado más de esas vidas ficticias que han logrado perpetuarse en el ánimo y las preferencias de millones de personas a lo largo casi un siglo y medio.

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