221pipas, la monografía

Calamares a la siciliana en el Pellegrini (degustación)

Como señalamos en la entrada anterior, las doce aventuras publicadas durante el decenio de 1950 por Adrian Conan Doyle se basan en sendas "historias no contadas" de los relatos canónicos originales. El siguiente es el repertorio de esos nexos, mencionando en primer lugar el título asignado en Las hazañas de Sherlock Holmes y luego el "caso no contado" que se vincula (1). Tenemos así Los siete relojes (El asesinato de Trepoff), La saboneta de oro (El envenenamiento de Camberwell), Los jugadores de cera (La sustitución de Darlington), El milagro de Highgate (Mr James Phillimore), El baronet negro (La desafortunada Madame Montpensier), La habitación sellada (La locura del coronel Walburton), Foulkes Rath (La tragedia de Addleton), El rubí de Abbas (El Club Nonpareil), Los ángeles oscuros (Los documentos Ferrers), Las dos mujeres (El chantaje de uno de los nombres más venerados de Inglaterra), El horror de Depthford (Wilson, el entrenador de canarios) y La viuda roja (El castillo Arnsworth).


También apuntamos el respeto demostrado por el autor hacia los textos de su padre al mantener los personajes, las costumbres y los ambientes tradicionales, incluyendo todo lo referido al consumo de comidas, bebidas y tabacos por parte del elenco protagónico. Para quienes estudiamos dicho tópico, no pasa desapercibida la concurrencia del detective y el doctor a ciertos restaurantes italianos de Londres. En el canon original los establecimientos visitados son el Marcini (El sabueso de los Baskerville) y el Goldini (Los planos del Bruce Partington), mientras que en Las hazañas de Sherlock Holmes podemos hallar al Pellegrini (La habitación sellada), el Frati (Las dos mujeres) y el Frascati (El horror de Deptford) (2). Un caso específico añade la afortunada mención de cierta vianda típica de acuerdo con la siguiente propuesta del héroe principal a la hora de almorzar: "Watson, veo que es más de la una. Un plato de calamari alla siciliana en el Pellegrini no vendría nada mal". Excelente sugerencia, por cierto, y una gran oportunidad para cocinar, degustar y reseñar el experimento, que de eso se trata este blog.


Sería ingenuo pensar que dentro de una isla del tamaño de Sicilia existe una sola receta. Bien al contrario, cada zona o pueblo tiene su propia fórmula con diferentes modos de preparación según el producto base (calamares enteros, calamares rellenos, anillos de calamar), la cocción (fritos, al horno) y toda la variedad de salsas, aderezos y acompañamientos imaginables. Entre semejante oferta elegí -como siempre- algo sencillo y fácil recurriendo a la opción calamari alla messinese, es decir, de la bonita ciudad de Messina. La lista de ingredientes es igualmente simple y escueta: calamares cortados en anillos, puré de tomates, tomate natural pisado, ajo picado, perejil, vino blanco, aceite de oliva, sal y pimienta. Primero se fríen los ajos en un poco de aceite de oliva y luego se agregan los calamares para una cocción inicial de diez minutos. Luego se incorporan el vino blanco, los dos tipos de tomate y se procede a salpimentar. Pasada media hora se añade el perejil y se deja en el fuego los últimos cinco minutos completando un total de cuarenta y cinco, que es el tiempo mínimo necesario para ablandar debidamente los moluscos.


Como resultado queda un plato rico, sabroso, con ese toque de sofrito italiano que combina el sabor a mar con ajo, perejil y tomate. Así lo deben haber comprobado Holmes y Watson cierto mediodía en el Pellegrini, durante un descanso de sus memorables hazañas.

Notas:

(1) La lista completa de casos no contados se encuentra disponible en 
Category:Untold Stories - The Arthur Conan Doyle Encyclopedia (arthur-conan-doyle.com)
(2) De los cinco sólo uno corresponde nominalmente a cierto lugar que tuvo existencia documentada: el restaurante Frascati, según consta en la Guía Baedeker de Londres del año 1894. Resulta notable la cercanía de fechas entre su inauguración (1893), el comentario en la guía (1894) y el año en que Adrian Conan Doyle sitúa la historia El horror de Deptford (1895). Hacia 1910 era un establecimiento suntuoso inclinado por la cocina francesa, pero tal vez haya tenido mayor relación con la culinaria italiana durante sus primeros tiempos.

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