221pipas, la monografía

Tres influencias extranjeras en la gastronomía de los relatos holmesianos

Existe cierta imagen estereotipada que presenta a la cocina típica inglesa como pobre, aburrida y falta de variedad. La idea puede ser relativamente cierta comparándola con sus similares francesa, italiana o española (surgidas en países mucho más agraciados por el clima y el suelo), pero no parece tan así al ponerla en paralelo con países equiparables en términos de latitud y geografía, como Polonia, Alemania, Holanda o las naciones escandinavas. También es verdad que los pueblos mediterráneos le asignan a la comida un valor de enorme significado cultural, lo que explica en gran medida sus respectivos desarrollos culinarios, mientras que los británicos suelen ser menos apasionados a la hora de alimentarse. Pero hay otro costado del asunto que muchas veces se olvida, y es que el Reino Unido de la época victoriana era la mayor potencia económica, naval y militar del mundo, con acceso a un incontable número de materias primas provenientes de los cinco continentes, sin olvidar la impronta de las colectividades foráneas instaladas en aquel país, que ciertamente no eran pocas.


Las historias originales de Sherlock Holmes dan cuenta de este fenómeno en formas que van desde la mención explícita de preparaciones caseras con toques exóticos hasta el estilo opulento y cosmopolita de los restaurantes londinenses visitados por el dúo estelar. Si nos concentramos en las alusiones manifiestas, lo más notorio surge de la India, Francia e Italia. El componente indio (1) resulta casi obvio tratándose de la mayor colonia imperial y se basa en productos como en el té, las especias, los aceites y determinadas técnicas de cocción. En los relatos de Doyle, un prototipo bien conocido es el pollo al curry para desayunar referenciado en El tratado naval, mientras que la cinematografía tiene sus propias menciones alusivas, como el chutney que aparece en Sherlock Holmes, juego de sombras (2012). Desde luego, el mundo real de la época contaba con una nomenclatura mucho más amplia merced a platos como la sopa mulligatawny, los aceites de mostaza o sésamo, los hornos del tipo tandoor y diversas mezclas de especias, por mencionar sólo algunos ejemplos.


En el caso de Francia, su influencia no parece tan evidente a simple vista (no hay viandas francesas mencionadas explícitamente a lo largo del canon) (2), pero bien sabemos que Holmes y Watson frecuentaban algunos restaurantes prestigiosos de Londres como el Criterion o el Simpson's, donde las costumbres del período imponían un "afrancesamiento" casi obligado. De esa manera, los platos estaban muy afectados por la cultura gala en sus nombres y su preparación, con superabundancia de souflees, mayonnaises, omelettes, consommés y civets, entre otros. La usanza de entonces queda demostrada también por la plétora de libros sobre cocina francesa para el público inglés, ubicados siempre entre los mayores éxitos editoriales. Por último, no podemos omitir la presencia del arte culinario itálico, bien destacado a través de los restaurantes Marcini (El sabueso de los Baskerville) y Goldini (Los planos del Bruce Partington), donde el detective y el doctor asistían para deleitarse -seguramente- con propuestas elaboradas a partir de ingredientes inusuales en la cocina local, como el tomate, el ajo y el aceite de oliva.


Así repasamos otro borde costumbrista de la saga sherlockiana, cuyos detalles de época también pertenecen a la historia.

Notas:

(1) Entendiendo como indio a todo lo surgido en el extenso territorio colonial que abarcaba entonces dicha denominación, correspondiente hoy a la suma de India, Pakistán, Bangladesh y Birmania.


(2) Se podría sugerir como excepción el pastel de foie gras de El aristócrata solterón, pero en realidad se trata sólo de cierto ingrediente principal con ascendencia francesa (el foie gras)  dentro de un plato casi universal (el pastel).

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