Más allá de su conocida
trayectoria en el cine de terror personificando todo tipo de
monstruos y villanos, Christopher Lee (1922-2015) fue un actor
polifacético, ya que también compuso roles de militares, marineros,
espadachines, policías, sacerdotes, médicos, reyes, aristócratas,
estadistas y magos. Como si fuera poco, su carrera incluye la
participación en varias películas sherlockianas encarnando diversos
personajes del canon: hizo de Sherlock Holmes (tres veces), de
Mycroft Holmes y de Henry Baskerville (1). Dentro de ese grupo nos
interesa una curiosa producción en blanco y negro del año 1962 que
lo tuvo como protagonista, llamada Sherlock Holmes y el collar de la
muerte (2). A poco de comenzar el film podemos ver una escena
específica con el detective, Watson (Thorley Walters) y la señora
Hudson en Baker Street. En cierto momento previo a la cena, los
paladines se encuentran efectuando una práctica improvisada de
defensa personal cuando la daga que empuña el doctor sale volando y
cae encima del contundente plato a punto de ser servido.
Inmediatamente se produce otro suceso
-un moribundo en la calle debe ser asistido- que nos permite observar
desde mejor perspectiva la bandeja de servicio. En ella vemos
claramente el roast beef en cuestión junto a dos recipientes, uno
conteniendo papas y el otro algún tipo de adobo en generosa
cantidad, tal vez la típica salsa gravy que se sirve para dichas
ocasiones. En efecto, el roast beef británico se alza como una
tradición gastronómica de los días domingos (sunday roast beef),
aunque su popularidad trasciende ampliamente días y horarios. Ahora
bien, en los relatos originales de Doyle no existe ninguna mención
literal al respecto, pero su presencia se advierte se manera
tangencial en la "carne fría con cerveza" de Escándalo en
Bohemia y el "trozo de carne entre dos rebanadas de pan" de
La corona de berilos. Los elementos para establecer esa relación son
incontrovertibles: era un plato casero extremadamente habitual (aún
hoy lo es) cuyos sobrantes podían comerse más tarde en forma de
rebanadas. Cualquier mención de bocados o sandwiches de carne, por
lo tanto, era una referencia alusiva casi segura.
El roast beef completo de hoy suele
presentarse con papas, vegetales, yorkshire pudding y la mencionada
salsa gravy. Para esta entrada preferí atenerme a la versión
cinematográfica, disminuyendo ingredientes y cambiando la gravy por
el simple jugo de cocción. Para empezar se necesita un corte de
carne homogéneo y voluminoso, como lomo o peceto (tenderloin y round
steak en inglés, solomillo y redondo en España, respectivamente).
Habiendo optado por el segundo, el resto de la receta no presenta
dificultades. Sólo hay que hervir antes las papas unos 6 a 10
minutos para que luego queden doradas por fuera y tiernas por dentro,
mientras que la carne puede ser sellada sin necesidad de sartenes o
planchas, recurriendo al viejo truco de tener el horno bien fuerte al
momento de colocar la preparación para luego moderarlo
paulatinamente hasta completar el proceso, que totaliza unos 50
minutos. Al final se sirve en lonchas que maximizan el resultado
junto con papas en su punto ideal de cocción, y se echa por encima
el jugo o la salsa, en caso de haberla.
Un plato bien característico de la
gastronomía esencial del Reino Unido participando en las historias
detectivescas más representativas de su literatura. ¿No es acaso un
maridaje perfecto?
Notas:
(1) La lista completa en Christopher Lee - The Arthur Conan Doyle Encyclopedia (arthur-conan-doyle.com)
(2) Hay buenas razones para calificarla
de "curiosa". Entre otras, podemos citar la multiplicidad
de nacionalidades involucradas en su realización, la banda sonora en
inglés (que fue rehecha íntegramente a pesar de haberse filmado en
ese idioma, por lo que todas las voces son dobladas) y la confusa
ubicación temporal de la trama, con detalles victorianos junto a
otros de la década de 1930.