Espero que no haya aprendido a
despreciar mi pipa y mi lamentable tabaco. Así define Sherlock
Holmes su modesta picadura en el relato La piedra Mazarino
mientras dialoga con Watson. ¿Por qué razón utiliza un apelativo
casi lastimoso para referirse al producto que consume tan
profusamente? En la monografía Un estudio en Tabaco
intentamos esclarecer esa y otras cuestiones vinculadas al humo
tabaquístico del gran detective mediante un cruzamiento de citas
ficcionales y elementos históricos bien documentados. Incluso se
incorpora cierta hipótesis respecto a las razones por las cuales
Arthur Conan Doyle eligió el tabaco shag (y no otro) como
favorito de su personaje estelar. Todo eso sin perder el hilo
temporal que conduce la investigación a través de antiguas referencias
bibliográficas plasmadas desde la segunda mitad del siglo XVIII
hasta finales del XIX. Semejante periplo transcurre también entre pormenores referidos al período en que la denominación shag
escondía un trasfondo de adulteraciones, contrabando y evasión
fiscal.
Una de las acepciones del término shag
es "pelusa", claramente indicativa del corte formado por
hebras extremadamente angostas, aunque el significado original del
vocablo fue modificándose a lo largo del tiempo según se
presentaban distintas coyunturas en la industria tabacalera
británica. De manera lenta pero sostenida, aquel producto con
apariencia casi capilar pasó a ser el más simple, fuerte y barato
del mercado sin importar el aspecto de su confección (ya no era
necesariamente finito), convirtiéndose en un comodín
de las clases trabajadoras por su precio accesible y su carácter
rústico. De hecho, los registros de la época indican que el shag
representaba por sí solo más de la mitad del mercado tabacalero del
Reino Unido. Muchas veces, lamentablemente, esa masividad lo hizo un
vehículo ideal para los negocios turbios: como señalamos antes, no
faltaron en su evolución histórica épocas de ingresos
clandestinos, fraudes impositivos y adición de componentes ilegales
para ganar peso y bajar costos, algunos de naturaleza tan burda como
la arena o la papa molida.
La composición de materias primas y
variedades involucradas en la mezcla durante las últimas décadas
decimonónicas es otro punto abordado en el estudio. No debemos
olvidar que Gran Bretaña era entonces la mayor potencia económica y
mercantil del mundo con acceso a una extraordinaria multiplicidad de
procedencias tabacaleras. De esa manera es posible encontrar datos
sobre orígenes tan diversos como pueden serlo distintas regiones de
América del Norte, América del Sur, África y Asia. Sin embargo,
los documentos del pasado no alcanzan para tener una visión completa
del tema. Sondear los aromas y sabores de la pipa holmesiana implica
además algunos ensayos sensoriales a fin de encontrar posibles
semejanzas con los tabacos de nuestro tiempo, tarea ya realizada en
221pipas y vuelta a reseñar en la monografía con el fin de
ofrecer algún punto de vista más integral y definitivo.
Así como miles de aficionados buscan
satisfacer su interés visitando distintos sitios de Londres, desde
aquí nos hemos propuesto acercarnos al detective victoriano por
medio de sus artículos de consumo predilectos, como el tabaco,
tantas veces delineado por la pluma de Watson en base a su fortaleza
y acritud. En definitiva, ¿cómo era el shag de Sherlock
Holmes? En Un estudio en Tabaco sugerimos algunas respuestas.
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