Luego de las novelas Estudio en
Escarlata (1887) y El signo de los cuatro (1890), Escándalo en
Bohemia fue el primer relato corto sherlockiano escrito por Arthur
Conan Doyle y publicado por el Strand Magazine en julio de 1891.
Quizás por esa cuestión cronológica se trata de una de las
historias más populares de la saga, o tal vez porque en ella aparece
Irene Adler, la única mujer capaz de alterar los sentimientos del
frío detective. Y no sólo eso, sino que además logra salirse con
la suya en el propósito de retener consigo ciertos documentos que
comprometen al mismísimo rey de Bohemia. No es, por cierto, la única
ocasión donde observamos al adalid de la deducción y la sagacidad
vencido en su propio terreno. Bien al contrario, el devenir de casos
posteriores demuestra que Holmes es tan humano como cualquiera de su
especie, y que también se equivoca. Pero claro, esas pequeñas
fallas esporádicas son ampliamente compensadas por sus constantes e
innumerables aciertos.
El
caso presenta diversas facetas y peripecias que debe enfrentar
nuestro héroe, pero la que nos interesa acontece cuando se disfraza
de vagabundo con el fin de husmear cierta propiedad londinense
llamada Briony Lodge. En tal guisa encuentra la oportunidad de
mezclarse con el personal de la casa -cosa que logra sin problemas-
al punto de recibir una "compensación" por ayudarlos en su
trabajo. Según las propias palabras del detective, "les presté
una mano a los mozos de cuadra (1) para frotar sus caballos y a
cambio recibí dos peniques, un vaso de half and half (medio y medio)
y dos cargas de tabaco shag". Amén del tabaco shag (tan típico
entre los gustos tabaquísticos del detective), la mención de half
and half resulta bastante curiosa y enigmática. ¿Qué era esa
bebida? Ciertamente, su significado nos traslada a las clases pobres en los barrios bajos de Londres a fines del siglo XIX, donde dicho término se
utilizaba para designar la mezcla entre dos diferentes cervezas de
barril, cualquiera fuera su tipo: rubia con negra, dulce con
amarga o toda otra combinación imaginable.
A
falta de barriles decidí encarar una degustación alegórica con
ejemplares asequibles en el mercado actual. Para tal propósito opté
por un blend en partes iguales entre dos cervezas de lata, una de la
celebérrima irlandesa Guinness (negra, corpulenta y amarga) (2) y
otra de la alemana Mecklenburger (rubia, liviana y amable). El
desenlace fue bastante interesante, empezando por el color: lo que yo
esperaba terminaría siendo una cerveza roja resultó completamente
oscura, con la Guiness dominando a pleno la cuestión cromática. En
cuanto al gusto, en cambio, no hubo preeminencias sino que privó una silueta equilibrada y sabrosa, muy cremosa, intensa pero a la vez armónica.
Así, la parte negra otorgó cuerpo y potencia mientras la rubia hizo lo suyo generando texturas amigables con el paladar. Podemos
decir que aquí el ensamble no acabó en una pérdida de matices
originales (como suele ocurrir muchas veces con las mezclas) sino en
una sumatoria de elementos positivos.
Seguramente, ni Sherlock Holmes ni los victorianos de bajos recursos se preocupaban demasiado por la calidad de sus half and half, pero al menos tuvimos un acercamiento tardío a aquella singular y olvidada costumbre.
Notas:
(1)
Los mozos de cuadra (ostlers en inglés) eran trabajadores encargados
de alimentar, asear y cuidar a los caballos.
(2)
Elaborada en Argentina bajo licencia según receta original.
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