221pipas, la monografía

Escándalo en Bohemia: el vagabundo Holmes bebe un vaso de "half and half" (degustación)

Luego de las novelas Estudio en Escarlata (1887) y El signo de los cuatro (1890), Escándalo en Bohemia fue el primer relato corto sherlockiano escrito por Arthur Conan Doyle y publicado por el Strand Magazine en julio de 1891. Quizás por esa cuestión cronológica se trata de una de las historias más populares de la saga, o tal vez porque en ella aparece Irene Adler, la única mujer capaz de alterar los sentimientos del frío detective. Y no sólo eso, sino que además logra salirse con la suya en el propósito de retener consigo ciertos documentos que comprometen al mismísimo rey de Bohemia. No es, por cierto, la única ocasión donde observamos al adalid de la deducción y la sagacidad vencido en su propio terreno. Bien al contrario, el devenir de casos posteriores demuestra que Holmes es tan humano como cualquiera de su especie, y que también se equivoca. Pero claro, esas pequeñas fallas esporádicas son ampliamente compensadas por sus constantes e innumerables aciertos.

El caso presenta diversas facetas y peripecias que debe enfrentar nuestro héroe, pero la que nos interesa acontece cuando se disfraza de vagabundo con el fin de husmear cierta propiedad londinense llamada Briony Lodge. En tal guisa encuentra la oportunidad de mezclarse con el personal de la casa -cosa que logra sin problemas- al punto de recibir una "compensación" por ayudarlos en su trabajo. Según las propias palabras del detective, "les presté una mano a los mozos de cuadra (1) para frotar sus caballos y a cambio recibí dos peniques, un vaso de half and half (medio y medio) y dos cargas de tabaco shag". Amén del tabaco shag (tan típico entre los gustos tabaquísticos del detective), la mención de half and half resulta bastante curiosa y enigmática. ¿Qué era esa bebida? Ciertamente, su significado nos traslada a las clases pobres en los barrios bajos de Londres a fines del siglo XIX, donde  dicho término se utilizaba para designar la mezcla entre dos diferentes cervezas de barril, cualquiera fuera su tipo: rubia con negra, dulce con amarga o toda otra combinación imaginable.


A falta de barriles decidí encarar una degustación alegórica con ejemplares asequibles en el mercado actual. Para tal propósito opté por un blend en partes iguales entre dos cervezas de lata, una de la celebérrima irlandesa Guinness (negra, corpulenta y amarga) (2) y otra de la alemana Mecklenburger (rubia, liviana y amable). El desenlace fue bastante interesante, empezando por el color: lo que yo esperaba terminaría siendo una cerveza roja resultó completamente oscura, con la Guiness dominando a pleno la cuestión cromática. En cuanto al gusto, en cambio, no hubo preeminencias sino que privó  una silueta equilibrada y sabrosa, muy cremosa, intensa pero a la vez armónica. Así, la parte negra otorgó cuerpo y potencia mientras la rubia hizo lo suyo generando texturas amigables con el paladar. Podemos decir que aquí el ensamble no acabó en una pérdida de matices originales (como suele ocurrir muchas veces con las mezclas) sino en una sumatoria de elementos positivos.

Seguramente, ni Sherlock Holmes ni los victorianos de bajos recursos se preocupaban demasiado por la calidad de sus half and half, pero al menos tuvimos un acercamiento tardío a aquella singular y olvidada costumbre.

Notas:


(1) Los mozos de cuadra (ostlers en inglés) eran trabajadores encargados de alimentar, asear y cuidar a los caballos.
(2) Elaborada en Argentina bajo licencia según receta original.

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