El canon holmesiano original -compuesto por 4 novelas y 56 relatos-
rebosa de referencias sobre bebidas en el marco de la Inglaterra
finisecular del XIX, donde se tomaba mucho y variado. Además de los
bebestibles típicos nacionales (cerveza, gin, whisky), los
habitantes de la isla tenían a su disposición una amplia variedad
de opciones que arribaban al reino gracias al extenso comercio
internacional y los alcances de la potencia marítima más
desarrollada del mundo. El consumo vinícola estaba muy extendido
entre las clases medias y altas, especialmente del vino francés,
aunque también había un importante dispendio de productos
originados en España (con acento en el Jerez) y Portugal (con acento
en el Oporto), entre otros. Cada uno tiene su lugar en la saga y
particularmente junto a los dos protagonistas -el genial detective y
el fiel doctor- quienes no pierden oportunidad para acompañar sus
almuerzos, cenas y sobremesas con diferentes especímenes europeos.
Pero sólo en una de sus historias podemos ver a Holmes utilizando el vino como material de investigación. Se trata de La granja Abbey (publicada por el Strand Magazine en septiembre de 1904), donde centra su agudeza deductiva en una botella abierta, un sacacorchos y tres copas servidas en plena escena del crimen. En primer lugar, el inspector Hopkins le señala un sacacorchos largo como instrumento utilizado para su apertura. No, responde, mientras analiza el corcho. La verdad es que ese sacacorchos no ha sido usado. Esta botella fue abierta por un sacacorchos de bolsillo que no tenía más de cuatro centímetros de largo. Si se fija en la parte superior del corcho verá que tuvieron que meter tres veces el sacacorchos antes de poder extraerlo. No lograron traspasarlo, como lo habría hecho ese sacacorchos largo, que además lo habría extraído de un solo tirón. Cuando usted le eche el guante al criminal verá que tiene en su poder uno de esos cuchillos múltiples. (1)


Finalmente, el
extraordinario razonador observa los tres vasos. ¿Uno para cada
bebedor? Eso parece a la vista de un individuo común, pero no para
los ojos del gran Sherlock Holmes. El diálogo posterior es una muestra perfecta de sus métodos deductivos expresados con gran poder de síntesis. Watson, es inconcebible que dos
copas estén limpias y sólo una tenga borra, cuando en la botella
aún queda mucho vino, dice, y concluye: quizás por descuido,
la botella fue agitada antes de ser servida. Sólo se usaron dos
copas, y los restos de ambas fueron volcados al tercero para dar la
falsa impresión de que en la escena del crimen había tres personas.
Por esa razón, toda la borra está depositada en el último vaso y
no en los otros dos. No hace
falta aclarar que los hechos posteriores le dan la razón, y que los
culpables terminan aprehendidos. Imposible esperar un desenlace diferente, aunque los relatos canónicos también incluyen errores del personaje que en su época fue definido como "la calculadora humana".

La
aventura de la granja Abbey tuvo varias representaciones dentro de
las numerosas series televisivas creadas a lo largo del siglo XX.
Quizás la más lograda sea la del Sherlock Holmes encarnado por
Jeremy Brett para la TV de Gran Bretaña, que se emitió en 40
episodios individuales entre 1984 y 1994. La mayoría de los
fanáticos sherlockianos continúan elogiando aún la fidelidad de
las tramas con respecto a las historias originales de Doyle, a lo
que se suma la prolijísima ambientación de época. Y así es en
este caso: botella, copas, muebles, atmósfera... un gran trabajo,
sin duda. (2)
Notas:
(1)
Se refiere a las navajas tipo Victorinox que suelen incluir un pequeño tirabuzón.
(2)
Asequibles en youtube buscando sherlock holmes jeremy
brett. En inglés, en español
castellano y también hay algunos capítulos en inglés subtitulado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario