Una
costumbre conocida de los pueblos que habitan latitudes frías en el
hemisferio norte es su inclinación por los desayunos rotundos. El
clima de tales regiones vuelve perfectamente comprensible la
generalización del hábito, muy necesario para emprender la faena
diaria. Aún hoy, desayunar en Inglaterra a la manera del full
english breakfast supone
al menos tres o cuatro de los siguientes componentes básicos:
tostadas, huevos, jamón, tocino y salchichas, con la infaltable
compañía del té o el café. A ello pueden agregarse opcionalmente
tomates fritos o grillados, alubias (porotos) en salsa y
champiñones. Estos integrantes elementales no han cambiado mucho
desde los tiempos victorianos, aunque los relatos que nos ocupan
demuestran que el repertorio podía ampliarse con la adición de
platos bastante sofisticados, de lo cual hablaremos en una entrada
futura.


La
importancia del desayuno queda perfectamente documentada en el canon
de Sherlock Holmes a través de menciones numéricamente comparables
con los almuerzos y las cenas. La pluma de Doyle deja claro que la
ocasión nunca faltaba en Baker
Street,
y también podemos observar abundantes referencias durante estadías
del dúo protagónico en otras locaciones. Amén de las citas
genéricas que sólo indican el acto de desayunar sin mayores datos,
algunas llegan a especificar algo más sobre productos y formas de
preparación. Las tostadas, el jamón y el tocino se materializan de
manera cuasi regular, así como los huevos, visitantes permanentes de
las mesas matutinas a fines del siglo XIX. Respecto a estos últimos,
frases explícitas en algunos casos y enunciados algo más vagos en
otros permiten conjeturar también que las maneras de cocinarlos eran
múltiples: duros, fritos, escalfados (poché)
o revueltos.


¿Cómo se sentían Holmes y Watson consumiendo un desayuno así?
Para responder éste y tantos otros interrogantes sobre comidas,
bebidas y tabacos de época iniciaremos una serie de degustaciones,
comenzando por la preparación y el disfrute de una típica comida
matinal británica. Entre los componentes elegidos traté de combinar
algunos explícitos de la literatura sherlockiana (tostadas, jamón,
huevos revueltos y café) con otros que no aparecen de modo concreto,
pero igualmente válidos por ser tradicionales de las islas (tomate y
salchichas) (1). Excepto las tostadas y las salchichas (precocidas en
horno), todo se cocinó en fritura, tal cual se hacía entonces. A
fin de no abusar con la materia grasa (ya había bastante), hubo un
único detalle verdaderamente contrapuesto con los antecedentes
históricos documentados. Así, el líquido fue aceite y no manteca
derretida, que en ese entonces era la materia prima inglesa por
excelencia para todo tipo de cocciones
en sartén. No obstante, el fruto de la labor resultó rico y en su
punto de cocción adecuado.

Los
grupos humanos con influencia mayormente mediterránea tenemos una
concepción mucho más simple, liviana y dulce del desayuno, pero a
veces vale la pena entregarse al placer de estas viandas saladas
intensas, calóricas y apetecibles nacidas en el extremo
septentrional de Europa, sobre todo en invierno, cuando se necesita
energía para comenzar la jornada. Y así lo hacían cotidianamente
el detective y el doctor antes de salir a resolver crímenes y
misterios inaccesibles para las fuerzas regulares del orden, e
incluso para la mismísima Scotland
Yard.
Notas:
(1)
Para un desayuno inglés genuino se deben utilizar salchichas de
tipo parrillero y no alemanas o de viena.