221pipas, la monografía

Bulldog: ¿la pipa de Watson?

Aunque las alusiones al respecto son bastante difusas, los textos de Arthur Conan Doyle parecen dejar claro que Watson fumaba mucho menos que Sherlock Holmes. Eso podría explicar la ausencia total de referencias básicas o descripciones visuales sobre las pipas pertenecientes al buen doctor. Los únicos elementos que puede brindar alguna luz son los dibujos estampados en las ediciones originales del Strand Magazine, Collier's y demás medios gráficos de la época, realizados por talentosos artistas como Sidney Paget, Frederic Dorr Steele, George Hutchinson y Gastón Simoes Da Fonseca, entre otros. En ellos se observan ejemplares que no difieren demasiado de los que utiliza Holmes, es decir, modelos de tamaño estándar y formatos rectos, sobrios, nada parecidos a los prototipos televisivos y cinematográficos que llegaron a a instalar la falsa idea del detective portador de pipas llamativas con dimensiones holgadas y curvas voluptuosas. Una única excepción canónica a dicha regla sería la pintoresca cherrywood mencionada en el relato Copper Beeches.


En cuanto a Watson, esa misma sencillez fue la mejor manera de resolver el enigma de sus cachimbas, tanto para los viejos dibujantes como por las numerosas representaciones posteriores. La lógica parece indiciar una actitud resumida en el siguiente silogismo: todo el mundo se fija en la pipa de Holmes. A nadie le interesa la de Watson. Ergo, no vale la pena complicarse demasiado. De ese modo parecen haberlo entendido los realizadores posteriores, que pusieron en boca del doctor especímenes invariablemente simples, clásicos y muy formales, de esos que pueden obtenerse sin problemas en el comercio más cercano. Aún así, una serie de reiteraciones y coincidencias entre la pantalla y el mismísimo Doyle permiten vislumbrar la existencia de cierto formato específico a tener en cuenta. Se trata de la pipa llamada bulldog en la jerga de los fabricantes y artesanos, típica por su cazoleta más bien ovoide en la parte inferior y cónica sobre el borde superior que presenta ligeras variantes de acuerdo a tamaños e inclinaciones del tubo y las boquillas.


El Watson que inicia la serie es nada menos que Nigel Bruce, proverbial compañero de Basil Rathbone en las catorce películas filmadas desde 1939 hasta 1946, cuyo transcurso permite verlo ocasionalmente con un típico representante del formato que nos ocupa. Años después, el buen actor André Morell luce una estilizada squat bulldog en la legendaria versión de El sabueso de los Baskerville (1959). Lo interesante aquí es la prolongada visualización del prototipo en varias escenas (cuatro para ser exactos) que involucran a Baker Street y al castillo de la familia Baskerville. Sin embargo, ningún intérprete del personaje resulta ser tan fiel a la misma pipa durante tanto tiempo como Nigel Stock, quien prácticamente no fuma otro modelo que bulldog a lo largo de los 29 capítulos de la serie realizada por la BBC durante las temporadas 1965 y 1968, primero con Douglas Wilmer y luego con Peter Cushing en el papel estelar. Como dato adicional, Stock es el único Watson televisivo que ostenta la rara condición de haber aparecido tanto en color como en blanco y negro.


Pero, ¿qué tiene que ver Conan Doyle? Pues bien, un registro fotográfico inequívoco permite comprobar que el creador de Sherlock Holmes también poseía una bulldog. Después de todo, muchos consideran que su verdadero alter ego en la saga sherlockiana era el doctor y no el detective. La lógica parece corroborarlo: ambos eran médicos, escritores y fumadores regulares.

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