¿Qué aspecto tienen las
cataratas de Reichenbach desde lo alto? La siempre evocadora pluma de
Watson dibuja el panorama del siguiente modo: de hecho, es un
lugar aterrador. El torrente hinchado por la nieve derretida
se hunde en un inmenso abismo del que la espuma se eleva como humo de
una casa en llamas. El pozo donde se precipita el río es un enorme
despeñadero bordeado por rocas brillantes, negras como el carbón
(...) La larga extensión de agua verde rugiendo para siempre hacia
abajo, junto a la espesa y parpadeante cortina de rocío silbando
para siempre hacia arriba, marean al hombre con su grito medio
humano... Lo que se dice el lugar ideal para el encuentro de dos
archienemigos que buscan eliminarse, y es exactamente el marco
paisajístico en donde Holmes y Moriarty acabarán enfrentándose la
mañana del 4 de mayo de 1891. Pero antes nos falta conjeturar un
último elemento de la cena final en el Englischer Hof. Ya
divagamos acerca de platos y bebidas espirituosas: St. Galler
Bratwusrt con papas rösti y Eau de Vie de Poire
Williams.
En presencia de dos fumadores regulares
-uno moderado y otro frenético- lo que falta es tabaco. Tampoco
hay aquí demasiadas dudas sobre la identidad del producto suizo
típico para tal fin, abundante y asequible a finales del siglo XIX.
Hablamos del cigarro llamado Brissago o Virginia (cigarro
de la paja en los países de habla hispana), muy famoso en todo
el Occidente decimonónico debido a su curiosa silueta conformada por
una longitud generosa, un calibre reducido y una hebra vegetal que lo
atraviesa de lado a lado. Esta última característica constituyó
siempre el sello inconfundible del producto y perseguía cierta
finalidad práctica: mantener un canal de aire para evitar
obstrucciones que dificultan el tiraje, tan comunes en otros modelos
largos y finos. Aunque su fabricación a gran escala fue iniciada en
Austria alrededor de 1844, lo que nos interesa es la manufactura continuada
poco después en Brissago, la localidad suiza homónima
a una de sus denominaciones. Actualmente perdió su antigua fama
internacional, pero continúa produciéndose de forma localizada en
el centro de Europa.
Hace varios años, un imprevisto paso
por el aeropuerto de Viena me permitió adquirir y atesorar algunas cajas de este
artículo singular en diversos rótulos comerciales. Para la ocasión
seleccioné un ejemplar de la casa suiza Villiger, célebre
mundialmente por su variopinta oferta de cigarros con precios
accesibles. La evaluación comenzó retirando la hebra vegetal (que
el modernismo sustituyó por plástico), imprescindible antes de
acercar la llama. Su diámetro estrecho como un cigarrillo no impidió
el encendido cómodo y un tiro perfecto de principio a fin. Los
matices aromáticos evocan tonos terrosos y amaderados mientras
desarrolla un sabor de cuerpo medio, rico en volumen pero nada
agresivo. Por su configuración angosta y estilizada no produce las
grandes cantidades de humo tan comunes en otros módulos de formatos habaneros tradicionales, como robustos y coronas. Llevándolo con calma, el tiempo total de combustión
puede estimarse aproximadamente en una hora, suficiente para apreciar
sus cualidades de manera reflexiva.
Así creemos que fumaron Holmes y
Watson aquella noche previa al día más dramático de todo el
acontecer sherlockiano original. Y así lo evocamos luego de ciento
treinta años.
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