221pipas, la monografía

Trenes, estaciones y buffets en la saga holmesiana

La primera locomotora a vapor encabezando un tren de pasajeros viajó a lo largo de la línea Stockton & Darlington en septiembre de 1825. Cinco años más tarde se inauguró el primer ferrocarril interurbano de importancia que unía Manchester con Liverpool. Esta temprana evolución tecnológica no se detendría durante el resto del siglo XIX: las estadísticas anuales de 1870 acusan 423 millones de pasajeros transportados a lo largo de casi 26.000 kilómetros de vías emplazados en Gran Bretaña. Para los tiempos victorianos finiseculares el tren era rey absoluto entre los modos terrestres de viajar, muy particularmente en Londres, donde estaban establecidas las terminales de las principales empresas junto con una compleja red subterránea que permitía enlazar diferentes puntos de la ciudad. Durante las historias canónicas los viajes ferroviarios de Holmes y Watson son ciertamente numerosos, pero hay un punto particular cuya ocurrencia se reduce a un puñado de casos: el paso por los buffets de las estaciones -también llamados salas de refrigerios- para almorzar rápidamente o tomar un té antes de continuar las labores investigativas o regresar a Baker Street.


La guía de viajeros London of Today: An Illustrated Handbook for the Season 1885 realiza un análisis revelador sobre los comercios del ramo señalando lo siguiente: con respecto a los restaurantes de terminales ferroviarias puede ser interesante notar que las compañías London and North Western, London and South Western, Greath Nothern, Great Western y Midland aministran sus propios bares de refrigerios, o más bien los administran contratistas. Allí un viajero puede asegurar una comida de carne asada caliente y verduras, el ala de un ave o un pastel salado, junto con vino, cerveza, café, té o leche, a un precio razonable. Varios de ellos son comedores muy populares, en particular la sala de refrigerios de la estación metropolitana Mansion House (...) El establecimiento del viaducto de Holborn (1) se ha vuelto popular últimamente, y merecidamente. Por lo visto, nada demasiado sofisticado pero más que completo para abastecer las necesidades de dos paladines en sus frecuentes andanzas ferroviarias por la ciudad, los suburbios y todo el sur de Inglaterra.


Algunos relatos presentan citas concretas sobre la habitualidad del "refrigerio al paso" tan típica en las grandes ciudades europeas de antaño. Por ejemplo, en El Jorobado, Holmes refiere haber cenado en la famosa estación Waterloo, también conocida como Estación Central. El dúo estelar toma un almuerzo apresurado en la misma terminal promediando la trama de El tratado naval, mientras que en La granja Abbey ambos héroes utilizan el buffet de la estación Charing Cross para tomar el té bien temprano por la mañana. Desde el punto de vista visual, la presencia del detective y el doctor a bordo de los trenes victorianos tiene una imagen icónica plasmada por Sidney Paget en Silver Blaze, que fue imitada hasta el hartazgo por otros dibujantes e incluso reproducida por el cine y la TV en sus más mínimos detalles. Como dato curioso, existe cierta ocasión cinematográfica en la cual vemos a nuestros héroes haciendo algo que no aparece en ninguno de los textos primigenios: comer a bordo de la formación (2). Se trata del film Terror by Night (1946), perteneciente a la célebre saga de catorce largometrajes protagonizados por Basil Rathbone y Nigel Bruce.


Holmes, Watson, comidas, bebidas, trenes, estaciones, niebla, suspenso y la ciudad de Londres en una atmósfera cien por ciento victoriana. En otras palabras, un paisaje sherlockiano casi paradisíaco...


Notas:

(1) El Holborn Viaduct es un cruce vial a desnivel entre dos importantes avenidas de Londres, inaugurado en 1874 por la mismísima Reina Victoria. Con idéntico nombre se conoció a una estación ferroviaria subterránea sita en las cercanías, que operó hasta su cierre en 1990.


(2) Ciertamente es notoria semejante ausencia durante las 60 historias del canon, puesto que dicha prestación ya estaba desarrollada en las últimas décadas del siglo XIX. El primer servicio de comidas y bebidas a bordo de un tren fue establecido exitosamente en 1879 por el Great Nothern Railway, al que muy pronto imitaron las demás compañías del rubro.

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