221pipas, la monografía

Fumando en arcilla al estilo victoriano (degustación)

De acuerdo con los textos y dibujos que publicó el Strand Magazine en los años de esplendor, Sherlock Holmes tenía la pipa de arcilla entre sus favoritas. Sin embargo, las escenas reflejadas luego por el cine y la TV raramente muestran al detective haciendo uso de su cachimba cerámica. Para la mayoría de las producciones modernas siempre resultó mucho más simple recurrir al consabido y artificioso modelo Calabash o cualquier otra pipa de madera, pero aún así algunas pocas lograron mantener intacto el espíritu original del personaje respetando los detalles visuales apuntados por Conan Doyle. En este punto volvemos otra vez a las mismas series británicas que resultan emblemáticas en el ámbito especializado de estudiosos y fanáticos: los episodios protagonizados por Peter Cushing en 1968 y la versión más divulgada de los años ochenta consistente en 41 entregas con Jeremy Brett a la cabeza del elenco. Ambas cuidaron con singular esmero la minuciosidad escenográfica, incluyendo pormenores gastronómicos y tabaquísticos.

Para un fumador empedernido y apresurado como Holmes nada mejor que una pequeña pipa de arcilla a imagen y semejanza del prototipo ilustrado varias veces por Sidney Paget. Dicha característica volumétrica (que no es excluyente, ya que las hay también portentosas) permite consumir pequeñas dosis de tabaco comparables con un puro de tamaño reducido o un par de cigarrillos. Así lo entendían los victorianos, quienes lograron que la arcilla dominase el mercado británico durante la mayor parte del siglo XIX (1). Reforzando este argumento tenemos otro personaje sherlockiano dentro de semejante línea de costumbres: Reuben Hayes, el malicioso dueño de la "escuálida y amenazante" (en palabras de Watson) posada campestre The Fighting Cock, referenciado en la historia El colegio Priory. Con todos estos antecedentes encaré una reseña sobre el tópico en base a numerosas degustaciones efectuadas en mi costumbre de fumar la pipa chica de arcilla con bastante regularidad.

El ejemplar en cuestión pertenece a la marca Semper Fidelis, de fabricación artesanal argentina. Está hecho siguiendo un molde inglés Broseley datado hacia 1856 (2) con magnitudes que acusan 16,5 cm de largo, cuenco de 3,2 cm de altura y diámetro externo de 2,2 cm, todo ello en un modelo recto, de líneas simples, pensado sin dudas para fumar rápido y sin complicaciones. Las pipas de arcilla proporcionan además una experiencia de sabor más fresca y genuina ya que no guardan "residuos" aromáticos de fumadas anteriores, lo cual sucede frecuentemente con las pipas de madera luego de varios usos. Cargada a pleno, el tiempo necesario para consumirla depende del tipo de tabaco, su corte y su grado de humedad, pero estamos hablando de períodos que oscilan entre diez y veinte minutos. Las descripciones cotidianas sobre Holmes nos llevan a pensar que en su caso dicha banda cronológica estaba siempre en el borde inferior, o incluso menos: el detective solía fumar "como chimenea", sobre todo al encontrarse inmerso en la resolución de casos.

También guardaba su tabaco en una zapatilla persa cerca de la chimenea, lo que equivale a un grado de humedad prácticamente nulo. Pero así era él, y por esas mismas excentricidades (aparte de su genialidad) ha sido venerado por tantas generaciones que atravesaron tres siglos en todo el mundo occidental.

Notas:


(1) Durante las últimas décadas se manifestó un fenómeno de disputa con la raíz de brezo. Ambos materiales competían por predominar en la industria y los hábitos de la población, pero es evidente que el uso de la arcilla se iba apagando de forma irremediable (para más datos históricos ver monografía).
(2) Broseley alude a la localidad inglesa homónima donde -se cree- fueron manufacturadas las primeras pipas británicas de arcilla en el siglo XVII. La última factoría allí existente (que cerró sus puertas hacia 1957) es actual sede de un museo dedicado a la actividad.

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