221pipas, la monografía

El Tokay Imperial de Francisco José

Existen dos líneas de tiempo diferentes a la hora de establecer una cronología literaria de Sherlock Holmes. La primera, que podríamos llamar "editorial", abarca cuarenta años durante los cuales fueron escritas y publicadas las 60 narraciones originales (1887-1927). La segunda comprende la secuencia de hechos según los propios relatos y está plasmada en una placa a la entrada de Baker Street 221b. Comienza en 1881, con el encuentro primigenio entre los dos personajes estelares, y culmina en 1904, cuando el detective ya vive retirado en una pequeña casa cerca del mar, al sur del país. Pero semejante data se basa sólo en el período de mayor actividad profesional del dúo protagónico y claramente no es definitiva. Luego de 1904, sin otras referencias intermedias registradas por las memorias del doctor Watson, hay una notable aparición final de los héroes el 2 de agosto de 1914, pocos meses antes del estallido de la Primera Guerra Mundial. (1) Significativamente, esta historia lleva por título algo bien propio de un desenlace: Su última reverencia.

La trama gira alrededor de dos espías alemanes llamados Von Herling y Von Bork, a los cuales Holmes y Watson deben neutralizar dentro de una mansión, evitando así el robo de importantes documentos secretos británicos. Para ese fin utilizan identidades falsas, ayudadas por el hecho de que sus respectivas fisonomías han cambiado bastante en los diez años transcurridos desde la última aventura documentada: Holmes porta una barba tipo herradura y Watson luce bastante más grueso que en sus tiempos de Baker Street. Ahora bien, lo que nos interesa reside en la bebida que disfrutan los allí presentes: nada menos que una botella de vino Tokay Imperial. Los adjetivos son todos elogiosos, empezando con la frase ¡qué Tokay! expresada por uno de ellos. Luego le sigue el enunciado Altamont tiene un buen gusto por los vinos, y le gustó mi Tokay, y finalmente las palabras del propio Sherlock Holmes cuando afirma: un vino notable Watson; nuestro amigo en el sofá (2) me ha asegurado que es de la bodega especial de Francisco José en el palacio de Schönbrunn.


¿De qué se trata este elixir objeto de tantas loas? Pues del legendario Tokay (Tokaj o Tokaji en su idioma original) (3) producido en la región homónima al nordeste de Hungría, que se elabora en distintas facetas de sabor pero cuya mayor expresión es reconocida por ciertos ejemplares dulces de cosecha tardía hechos bajo condiciones muy particulares que incluyen la sobremaduración extrema de las uvas y un cuidadoso añejamiento en barricas y botella. Su historia se remonta a la Edad Media y fue durante siglos una especie de "gema" enológica bien apreciada por las aristocracias del Viejo Mundo, sobre todo en el caso de los monarcas y las cortes imperiales. Así, por ejemplo, lo bebían tanto la reina Victoria de Inglaterra como el kaiser Guillermo de Alemania o el zar Nicolás de Rusia. Respecto a la mención explícita de Sherlock Holmes, existen sobrados indicios que señalan su abundancia en las diversas residencias del emperador austro-húngaro, más que nada en el soberbio palacio a las afueras de Viena, propiedad de los Habsburgo desde 1569.


Casi como al pasar, el autor nos brinda aquí otra pincelada costumbrista a fines del siglo XIX y principios del XX, en las postrimerías de la amable y decadente Belle Époque.

Notas:

(1) Pocas veces vemos a Watson siendo tan preciso. La frase inicial es incontrovertible: eran las nueve de la noche del 2 de agosto, el agosto más terrible en la historia del mundo. La oración lleva implícita una evidente nota sombría -no es para menos- ya que el texto se publicó en septiembre de 1917, con el conflicto desarrollado a pleno.
(2) Se refiere a uno de los agentes alemanes, ya narcotizado con cloroformo.
(3) No debe confundirse con otros especímenes europeos de nombre similar: el Tokay Pinot Gris de Alsacia y el Tocai Friulano del norte de Italia, ambos vinos blancos secos.

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