221pipas, la monografía

Comiendo durante el "gran hiato": una sopa vegetariana junto al Dalai Lama del Tibet (degustación)

Dentro de la nomenclatura sherlockiana, se conoce como Gran Hiato al período de tres años transcurridos desde la caída del detective por la cataratas suizas de Reichenbach (mayo de 1891) hasta su reaparición formal en Londres, sano y salvo, frente al doctor Watson (abril de 1894). Todo esto, desde luego, tomando como parámetro la cronología ficticia de las propias historias, ya que en el mundo real pasó un tiempo mucho mayor: entre las respectivas publicaciones de El problema final (diciembre de 1893) y La casa vacía (septiembre de 1903) hay prácticamente una década completa. Este lapso quimérico, también llamado Gran Paréntesis o simplemente "años perdidos", no se encuentra sin embargo totalmente desprovisto de datos sobre las vivencias de Sherlock Holmes, dado que él mismo se encarga de mencionar sus aventuras en diferentes regiones del mundo (con una identidad falsa), incluyendo sitios tan alejados entre sí como las elevaciones asiáticas del Himalaya, el Medio Oriente, el noreste de África y la Europa Continental.


En una parte de su breve pero descriptiva reseña, Holmes refiere a Watson lo siguiente: viajé durante dos años al Tibet y me entretuve visitando Lhasa y pasando algunos días con el Dalai Lama (1). Es posible que haya leído acerca de las notables exploraciones de un noruego llamado Sigerson, pero estoy seguro de que nunca se le ocurrió que estaba recibiendo noticias de su amigo. Tenemos así bien acreditada su presencia en la sede tradicional del budismo tibetano, y más precisamente en el Palacio Potala, donde reside la máxima autoridad de dicho culto desde el siglo VI. Si estuvo allí varios días, es evidente que debió comer. Ahora bien, ¿que preparaciones resultan asequibles en un templo budista teniendo en cuenta las restricciones religiosas que condicionan la dieta de los monjes? (2) Luego de algunos sondeos decidí ensayar la repuesta con mayores probabilidades, basada en una versión concreta de cierto plato que parece ser tan común en ese lugar específico como en todo el extremo oriente: la sopa de fideos y vegetales.


La Thukpa es, en efecto, una vianda típica del lugar. Para prepararla se necesitan fideos finos de sopa, cebollas picadas, ajo picado, tomate picado fino, espinacas cortadas, rábanos picados, caldo de verduras, especias (curry, comino, pimentón, pimienta), jugo de limón, mostaza, aceite y sal. En una sartén caliente se colocan el aceite con una cucharadita de mostaza, luego se blanquean las cebollas y se agrega el tomate picado. A los dos o tres minutos se incorporan las especias, el ajo, las espinacas y el rábano. Pasados otros tres o cuatro minutos se incorpora el caldo. Una vez que hierve se añaden los fideos, se aguardan tres minutos, se agrega sal y se sirve con el toque final del jugo de limón. La consistencia depende del gusto personal, pero en este caso (como se observa en la foto) elegí una buena densidad, con menos caldo pero muchos elementos sólidos dominando la escena. Imagino que así lo han hecho los monjes desde siempre para lograr un resultado espeso y contundente, considerando el clima crudo y los inviernos durísimos en semejantes alturas.


Sherlock Holmes en el Tibet, el Dalai Lama y una sabrosa sopa vegetariana. Otra mirada histórica sobre el inmortal detective victoriano.

Notas:

(1) En ese entonces Thutben Gyatso, cuyo mandato se extendió entre 1876 y 1933.


(2) Aunque la mayor parte de su alimentación está compuesta por verduras, legumbres y lácteos, la carne no está oficialmente "prohibida" y algunos integrantes del culto pueden acceder a ella en forma limitada. www.tibettravel.org/tibetan-food/tibetan-monks-diet.html

Las pipas de Richardson

Ian Richardson (1934-2007) fue un actor británico de cine, teatro y televisión. Desde el punto de vista actoral, su mayor prestigio proviene de la participación en numerosas obras de teatro clásico como Hamlet, Ricardo II y My Fair Lady, por citar algunos trabajos destacados. No obstante, las generaciones más jóvenes lo conocen por ciertos papeles que encaró para la pantalla chica, especialmente personificando al inescrupuloso político Francis Urquhart en la exitosa serie House of Cards. Pero claro, el interés de este blog se centra alrededor de su actuación como Sherlock Holmes en dos películas para TV filmadas a principios de la década de 1980 con sendas historias canónicas bien populares: El Signo de los Cuatro y El sabueso de los Bakserville. La cosa cobra un interés especial al conocer el accidentado periplo legal y comercial que involucró ambas piezas, pensadas como inicio de una sucesión de varios films que nunca llegaron a materializarse (1).


En 1982, la compañía norteamericana encabezada por Sy Weintraub (2) se asoció con su par británica de Otto Plaschkes con el fin de producir una serie de realizaciones sobre el genial detective. Para empezar eligieron las dos novelas originales mejor posicionadas en el conocimiento público, pero -según relató años después el propio Richardson- la idea era bastante más ambiciosa y contemplaba al menos seis entregas completas. Weintraub pagó bastante dinero a la familia Doyle por los derechos de propiedad intelectual y se vió sorpendido cuando, al poco tiempo, Granada TV anunció su intención indeclinable de llevar adelante una serie sherlockiana con muchos capítulos. La cosa acabó resolviéndose en los tribunales (al parecer, Granada compensó muy bien a Weintraub) y el proyecto tuvo su fin luego de dos apariciones. Una lástima, ya que lo hecho resulta más que interesante por su buena puesta en escena y la lista las figuras involucradas, que acredita nombres como Denholm Elliot, Ronald Lacey y Martin Shaw.


Algunos críticos señalan a Richardson como un Holmes demasiado afable y sonriente, pero quien esto escribe lo considera un excelente intérprete del personaje. El costado tabaquístico se encuentra sólidamente desarrollado mediante numerosas escenas en las dos películas, sobre todo teniendo en cuenta el acertado repertorio de pipas seleccionadas para tal fin. Básicamente podemos apreciar cuatro modelos diferentes: una calabash estilo "cuerno" con borde de cazoleta metálico, un elegante brezo semi curvo (bent billiard), otro brezo recto (apple) y una arcilla de color oscuro. O sea, casi una perfecta representación de formatos holmesianos en apenas un puñado de ejemplares que combinan el canon original con los estereotipos cinematográficos posteriores. Como para reforzar el punto, los dos actores que representan a Watson (David Healy en El Signo de los Cuatro y Donald Churchill en El sabueso de los Baskerville) cumplen muy bien su papel de fumadores más calmos y relajados.


Entre tantas versiones del detective, las películas de Richardson no siempre son debidamente justipreciadas. Pero aquí, al menos, hemos valorado un compendio de pipas de una variedad históricamente bien elegida.

Notas:

(1) Richardson volvió al universo sherlockiano a comienzos del siglo XXI intepretando al doctor Joseph Bell en la mini serie Murder Rooms, Mysteries of the real Sherlock Holmes (2000).
(2) Famoso por haber realizado la popular serie Tarzán de los años sesenta.