221pipas, la monografía

Las pipas de Wilmer

Douglas Wilmer (1920-2016) fue un actor británico de teatro, cine y televisión. Su extensa carrera incluye trabajos en obras de Shakespeare y participaciones en películas muy bien galardonadas como Patton (1970), pero un papel que lo distinguió entre los pares de su generación fue el protagónico de la serie Sherlock Holmes durante las temporadas 1964 y 1965. Dicha labor no sólo goza de amplio reconocimiento entre coleccionistas y estudiosos en la materia, sino que además constituye todo un hito para la saga del gran detective. Hasta entonces -dejando de lado los filmes pertenecientes a la prehistoria cinematográfica (1)-, los únicos proyectos de alcance masivo extendidos en el tiempo habían sido 14 películas encabezadas por Basil Rathbone en la década de 1940 y el serial encarnado por Ronald Howard con 39 entregas emitidas entre 1954 y 1955. Un detalle no menor es que ambas se basaron casi por completo en guiones visiblemente alejados del canon escrito por Arthur Conan Doyle.


Puede decirse que el proyecto televisivo de los sesenta resultó ser un primer intento de llevar a la pantalla los relatos holmesianos auténticos con bastante fidelidad, sin historias inventadas ni personajes ajenos. Todo comenzó con un piloto de prueba de la BBC basado en La banda de lunares, cuyo éxito allanó el camino para otras doce adaptaciones posteriores. Sin embargo, más allá de la buena recepción que tuvo el programa entre el público británico, Wilmer no estaba conforme con ciertas condiciones de trabajo impuestas por la producción, especialmente debido a la baja calidad de los guiones (que debía reescribir él mismo, según relató años más tarde) y el escaso tiempo para estudiar sus diálogos. Así, Wilmer renunció al papel luego de trece capítulos que son hoy una joya en blanco y negro para los fanáticos (2). Habría que esperar hasta 1968 para que se rodaran otras 16 entregas, esta vez en color, manteniendo a Nigel Stock como Watson y con Peter Cushing en el papel central.


Tal cual era costumbre en las versiones realizadas promediando el siglo XX, la pipa ocupa un papel escénico destacado. Otra característica de época es el uso de ejemplares de brezo muy sobrios, con tamaños y formas tradicionales, nada extravagantes ni pintorescos. Se observan modelos rectos tipo billiard y algunas pipas curvas cercanas al estilo impuesto por Rathbone dos décadas antes. Como fumador, el Holmes encarnado por Wilmer muestra amplia solvencia en el acto de encender y echar humo por su cachimba, lo cual repite con la frecuencia suficiente como para acercarse al personaje literario de modo bastante convincente. Pero lo mejor desde el punto de vista "pipero" se encuentra plasmado en el transcurso del capítulo El hombre con el labio retorcido, cuando Watson y el detective deben pernoctar en la mansión St. Clair mientras este último fuma una onza completa de tabaco en el lapso aproximado de seis horas. Granada TV y Jeremy Brett volvieron a recrearlo en 1986, pero sin la misma precisión en los detalles.


Wilmer tuvo una larga vida, tanto actoral como biológica, y siempre conservó buenos recuerdos de su paso por la saga sherlockiana a pesar de los sinsabores profesionales. Por todo ello merece un brindis y una pipa en su memoria.

Notas:

(1) Entre otros, los de Eille Norwood y Arthur Wontner en las décadas de 1920 y 1930 respectivamente.

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